DE LA NECESIDAD DE INVOLUCRAR A LA SOCIEDAD EN LA GESTIÓN DEL RIESGO.
Dice Carl Gustav Jung que “Lo
que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino”; y en
Japón existe el dicho que reza “El desastre se presenta cuando olvidamos el
desastre anterior”. Es decir, si no somos capaces de ser conscientes de que
estamos expuestos, de que tenemos vulnerabilidades, es muy probable que
suframos un daño debido a nuestra ignorancia.
El 95% de los incendios
forestales son provocados por el ser humano, ya sea por quemas de pastizales
para la cosecha, quema de hierba seca, o de manera intencional, o bien por
ambiciones económicas para cambio de uso de suelo. En el mismo sentido, la acumulación
de residuos en las barrancas o vías de agua, la basura en drenajes pluviales,
la afectación a cursos de agua; así podría citar tantos ejemplos como
posibilidades de construir un desastre hay.
La apuesta de incluir a la
sociedad en general para gestionar el riesgo no es nueva, y mucho menos
imposible. Estoy convencido que es necesario enseñar a cambiar las prácticas
que ponen en riesgo a la población, como las quemas, tirar basura, construir en
zonas de riesgo, y un muy largo etcétera. La gente, la población en cualquier
municipio, en cualquier comunidad, debe ser consciente de que el riesgo es
construido socialmente, y la autoridad debe ser lo bastante sensible para saber
comunicarlo, que sea entendible. Aun cuando no sea sencillo el cambiar la impronta de tantos años de llevar a cabo estas
prácticas, muchas veces ancestrales, que definitivamente ponen en riesgo a la
población misma, al entorno y al medio ambiente.
Involucrar a la gente para
crear esta conciencia debe ser uno de los ejes más importantes en la actividad
de la autoridad, además de fomentar la creación y establecimiento de los Comités
Comunitarios de Protección Civil. De esta manera, habrá un entendimiento en el
riesgo de desastre, y con ello se podrá fortalecer la gobernanza, de la que
tanto adolecemos, para la gestión del riesgo; es decir, ya no sólo será un
trabajo de la administración pública, pues dentro de la transversalidad que
debe imperar en este tema, la sociedad juega un papel demasiado importante para asegurar su protección, su preparación y con ello su resiliencia, ante
cualquier agente perturbador, incluidos aquellos que perviven a través del
tiempo, como el caso de los volcanes activos.
La inversión para la gestión
del riesgo de desastre, debe incluir la formación, capacitación, adiestramiento
y comprensión de la sociedad que está en riesgo para que coadyuve en su propia protección.
En diversos artículos he manifestado que no sólo es responsabilidad de la
autoridad y que la población también debe asumir la que le corresponde, y no
tener un doble discurso de valentía en un sentido, y de víctima en otro.
Aumentar la preparación para
casos de desastre a fin de dar una respuesta eficaz y “reconstruir mejor” en
los ámbitos de la recuperación, la rehabilitación y la reconstrucción, no sólo
debe tomarse como un esquema de indicadores e índices, sino que la sociedad, de
verdad, esté preparada para participar en ello.
Si bien, estas Prioridades
del Marco de Sendai, son compromiso de la autoridad para establecerlas, es
menester que, en un país tan heterogéneo como México, se adecuen para cada
región. Esto es que, deben existir los programas necesarios para cada región
del país, de cada entidad federativa, y de cada municipio, inclusive. Y la
educación escolar debe ser tendiente a este rubro, desde qué hacer y cómo
prepararse ante el impacto de un huracán o un tsunami en las costas del Océano
Pacífico para los habitantes de esa región, hasta la comprensión del riesgo que
implica habitar cerca de un volcán activo, o los deslizamientos de laderas e
inundaciones en las zonas vulnerables a estos agentes.
Insisto en que no solamente
es responsabilidad de la autoridad hacerlo, y que la sociedad, por más que se
rija por usos y costumbres, debe ser consciente de que el riesgo es socialmente
construido, que forma parte de esa construcción y de que debe participar en la
gestión del riesgo de desastre, precisamente para su propia protección.
César Orlando Flores
Sánchez.
Esta muy bien el problema que carecemos de cultura jefe la responsabilidad es de todos cuando la adoptemos habremos cambiado empecemos por esto, gracias buen dia
ResponderEliminarSi tan sólo pudieran incluir en las escuelas desde educación preescolar temas de gestión del riesgo, tendríamos nuevas generaciones de cambio y aplicación.
ResponderEliminar