“planean a lo pendejo cómo zopilotes extriñidos; y
nomás no pueden obrar.”
Hola amigos:
Hace algunos años,
le comentaba a mi entonces jefa, que la capacitación que se estaba produciendo
en todo el Sistema Nacional de Protección Civil para el manejo de emergencias y
desastres, estaba mal; en efecto, yo observaba que la capacitación que yo había
recibido y la que se seguía impartiendo, generaba una gran cantidad de
conocimientos y que todo mundo sabía muy bien las características de todos y
cada uno de los grupos de agentes perturbadores que existían; todo mundo
conocía a la perfección la escala Saffir-Simpson de huracanes, sabían las
velocidades de viento y todo lo que esto conlleva; conocían y sabían distinguir
como expertos los tipos de actividad que presentaban los distintos volcanes; lo
mismo pasaba con los sismos y muchos otros agentes destructivos más.
Yo le refería a mi
entonces jefa, que eso solo servía para ir caminando por el mundo aparentando
que se sabía mucho de protección civil, pero no servía de mucho para responder
al la amenaza o impacto de cualquiera de estos fenómenos.
Con lo anterior quería
yo explicar que estábamos generando (los tres órdenes de gobierno del SINAPROC,
así como los sectores público, privado y social), en la gente de protección
civil, conocimientos, pero no capacidades en el manejo de emergencias y
desastres.
¿A que me refería
con lo anterior? Me refería a que “no estábamos capacitando” porqué capacitar
significa que la persona que recibe la instrucción al final debe ser “capaz de”,
es decir que obtenga una capacidad. Lo que ocurría con la gente de
protección civil era que asistía a grandes congresos donde recibía mucha
información, pero no recibía capacidades.
Por esa misma época,
empezaba a incubarse en mi la idea de la “Metaemergencia” que no es otra cosa
que la crisis de una emergencia en la que se han combinado los efectos
“políticos, mediáticos y ahora de las redes sociales” que afectan a quienes
están operando en terreno, provocando el surgimiento de emergencias que son
alteradas o creadas por “políticos, medios de comunicación o las mismas redes
sociales” y que no obedecen a las reglas técnicas de los primeros respondientes
que -como ya señalé- están operando en terreno.
Yo por aquel
entonces ya formaba parte del equipo de las Naciones Unidas para la Evaluación
y Coordinación de Desastres (UNDAC: United Nations Disaster Assessment and Coordination) y ya había ido a desastres en Bam en Irán; el tsunami de
Indonesia en Banda Aceh, Sumatra; Jimaní, República Dominicana y Gonaives en
Haití; había descubierto que existían otras formas y métodos de coordinar
emergencias y desastres y que no se contraponían a nuestro entonces Manual de
Organización y Operación del Sistema Nacional de Protección Civil. Pude inferir
que existían tres formas o estilos de manejar crisis y que dependiendo de quien
estuviera haciéndolo se podían calcular sus resultados:
RÍGIDA: Totalmente
apegada a la norma, lo que en México nos remite aún, a 32 formas distintas de
manejar crisis dependiendo de la entidad federativa que se trate y entrando en
un concurso ideal de normas cuando las operaciones se cruzaban con la
federación y su marco jurídico.
LIQUIDA: Desafortunadamente
la más recurrente y la madre de la “Metaemergencia”; es aquella donde se
simula, donde se envuelve la crisis líquidamente, mojándola, pero no solucionándola;
se sumerge en liquido y solo sale a la superficie algo que parece un trabajo
coordinado, pero abajo en lo que representa un Iceberg, está todo el verdadero
problema sin solución. Un ejemplo de esto es el 19S de 2017 y los efectos
postimpacto de WILLA en Nayarit, donde la federación ha abandonado a 180 mil
damnificados, no sin antes hacer creer a la gente en medios y redes sociales
que han resuelto el problema.
Lo anterior se nota
mucho cuando ocurre un desastre precedido de una emergencia y peor aún, hoy en
día, ante la involución que significó la administración de Enrique Peña Nieto
para la protección civil y la GRD, podemos observar que la forma liquida de
manejar crisis se convirtió en método, principalmente para el gobierno federal.
En esta parte, se
hablaba de planes de alertamiento y grandes avances en materia de manejo de
emergencias y desastres, sin embargo, en el terreno de la realidad no existe,
es simulación y los grandes avances que se han logrado es por el esfuerzo de
entidades federativas como Jalisco, y organismos internacionales como OFDA, que empezaron a trabajarse muchos años antes de la llegada del sexenio de Peña Nieto, logros en los que se montó la administración peñista para aparentar avances que no fueron propiciados
por ellos.
Es aquí donde esta
planeación me recuerda un comentario que algún día me hiciera un gran amigo, un
gran referente en materia de gestión del riesgo y protección civil en el país,
originario de Jalisco; me decía respecto a muchas circunstancias que pasaban en
el país y en esa entidad:
“planean a lo pendejo cómo zopilotes extriñidos; y
nomás no pueden obrar”
FLEXIBLE: Es
el futuro de la gestión del riesgo y la protección civil, en ella se incluye a
la sociedad como corresponsable de la gestión prospectiva, correctiva y
reactiva de sus riesgos, lo cual origina lo que yo denomino la “respuesta socialmente organizada”
en la que la propia sociedad -en la gestión reactiva- reacciona a la amenaza o
impacto de agentes destructivos en coordinación con las instancias oficiales de
protección civil.
Recientemente recibí
una certificación por el Estado de Israel en Tel Aviv, en materia de Manejo de
Situaciones de Emergencia, donde me capacitaron en métodos de organización
social que sustentan la “respuesta
socialmente organizada”.
En Israel (país quien por
cierto al momento de escribir esto, es sometido al disparo de más de 500
misiles desde la Franja de Gaza por parte de sus enemigos árabes de Hamas),
mientras los soldados pelean en las fronteras, la población, en un organismo
denominado por ellos “la retaguardia”, se encarga de responder a los efectos
adversos de los agentes destructivos que les impactan, ya sean naturales o
antropogénicos (como es el caso de los ataques con misiles). Así podemos ver
como la sociedad maneja a la perfección el Sistema de Comando de Incidentes y
reacciona inmediatamente en lo que organismos oficiales, como podría ser la
policía, o el Maguén David Adom que significa Estrella Roja de David (es el
servicio nacional de emergencia y asistencia médica de desastre y ambulancia,
así como banco de sangre, equivalente a la Cruz Roja), arriban y toman el control
o se suman al comando. Esta forma de responder le llamo yo flexible, porque
admite todo y todos pueden participar.
En mi reciente paso
como Director de Protección Civil de la Delegación Miguel Hidalgo de la CDMX,
junto con mi equipo de trabajo, construimos una organización social de
respuesta a emergencias y desastres a la que se le denominó “Equipo Comunitario
de Respuesta Urbana en Miguel Hidalgo” (ECRU-MH), en la que se plasmó la idea y
el concepto israelí en la “respuesta socialmente organizada” en México; el
equipo está compuesto por 50 mujeres y hombres pertenecientes a la sociedad en
Miguel Hidalgo y fueron entrenados para organizadamente responder ante una
emergencia o desastre en los primero minutos de los efectos adversos del impacto de un agente destructivo, antes de la
llegada de las autoridades locales (como en Israel).
En México los esbozos
de esta forma flexible de responder, donde el componente social tiene un papel
preponderante, los encuentro en dos mecanismos de respuesta:
1. El Plan Operativo
Volcán Popocatépetl, donde la sociedad en la zona de riesgo, allá en los 90s,
fue preparada para al momento de ser alertada por medio de las campanas de las
iglesias, reunirse de inmediato en esos templos religiosos, donde sin necesidad
de esperar a que llegara la autoridad, los esperaban camiones que los
evacuarían hacia sus refugios temporales.
2. El Sistema de
Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (SIAT-CT), el cual uno de sus cuatro
componentes es la propia población (meteorólogos, medios de comunicación,
autoridad y sociedad), quien en determinado nivel de alertamiento debería
iniciar una evacuación -si se encuentra en zona de riesgo- hacia los refugios
temporales.
Ambos mecanismos de respuesta
tienen años sin ser actualizados (más de 20 y 15 años respectivamente) y ante
la modernidad y los dispositivos actuales de alertamiento que, si recorren la
última milla y llegan a la población, requieren ya de ser renovados, porqué sus
formas de alertar a la comunidad son totalmente obsoletas.
Pero en materia de
alertamiento de acuerdo con el Marco de Sendai, hablaremos en el próximo blog.
Un saludo y un
abrazo a todos.
Excelente analogía, ni mpas ni menos !
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