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14 junio, 2018

Un enfoque de la resiliencia, 
desde los desastres y la comunicación.

Esp. Lic. Gloria Bratschi
“Las ruinas me enseñaron a pensar”
(verso del soneto N° 64
de William Shakespeare).


Palabras preliminares. 
El terremoto de Mendoza, del 26 de enero de 1985, me impulsó a buscar una salida a tanta vorágine de información transmitida al ciudadano y tanta confusión sobre lo sucedido. 

En esos tiempos trabajaba como conductora de programas en LV6 Radio Nihuil, en un desempeño periodístico y de locución. Esta tarea, me conectó con la población impactada por el terremoto, con los damnificados que habían sufrido graves pérdidas y con ese mundo extraño, que aún no definíamos como “desastre”.

Un tanto agobiada por múltiples reclamos de noticias más certeras, -por los hechos que fueron impregnando los días de grandes confusiones institucionales, individuales y comunitarias-, acudí con mis propias angustias a la Comisión Asesora en Salud Mental quien, había conformado un equipo interdisciplinario para la atención de las personas que estaban en refugios temporales, albergues y también, en casas de familia. Entre algunos colegas, más otros profesionales voluntarios, recibimos una serie de recomendaciones, para realizar mejor nuestra tarea y, después, producir una serie de mensajes para radio, televisión y gráfica, destinados de la población. “… Los mensajes, tenían como intención: disminuir los niveles de angustia, neutralizar los efectos del rumor, motivar a la acción para superar la pasividad posterior el hecho, incrementar el sentimiento de solidaridad, utilizar los recursos personales para infundir serenidad, la organización comunitaria y la acción cooperativa, además de la toma de conciencia para impedir la evasión.”. (Bratschi, Gloria, Comunicando el Desastre, 1995).

El asesoramiento y la ayuda brindada a la población, fue muy positiva pero claro, era muy incipiente el concepto de “prevención”, y todo el mundo estaba abocado a la atención de la emergencia y el desastre. Comprendí que había una relación muy fuerte entre “información-comunicación-medios- públicos”, que me indujo a dedicarme el estudio, la investigación y, posteriormente, a adquirir mayores conocimientos sobre la etiología y el manejo de desastres. Entre todo, siempre primó la preocupación por trabajar intensamente en la prevención-mitigación del riesgo de desastres y en la comunicación social del riesgo. 

Y aquí estoy, sin desmayar nunca, y aprendiendo cada día más. Agradezco, profundamente, este espacio en el blog, una excelente oportunidad de divulgación. 

Desarrollando Ciudades (y territorios) Resilientes 
Campaña Mundial de ONU.


“Perfil de una gran ciudad. 
…En el amplio panorama, la ciudad parece un gigantesco ser vivo. O el conjunto de una multitud de corpúsculos entrelazados. Innumerables vasos sanguíneos se extienden hasta el último rincón de ese cuerpo imposible de definir, transportan la sangre, renuevan sin descanso las células. Envían información nueva y reciben información vieja. Envían consumo nuevo y retiran consumo viejo”. Haruki Murakami, en After Dark, mayo de 2010.


Las bellas ciudades, las de paredes manchadas o de prolijos cristales. Las que huelen a humedad constante o aquellas más sepias. Las que son abrazadas por el mar o por algún río. Las ciudades, donde nacen y mueren miles de historias peregrinas. Las urbes, ésas que día a día crecen y, a veces se desarrollan, son los sitios en donde la conjunción de peligros se suma a sus vulnerabilidades.

En cada ciudad, los conjuntos habitacionales, los edificios públicos, oficinas, escuelas, colegios y universidades, lugares de esparcimiento, centros comerciales, hoteles y restaurantes, circulación peatonal y automotriz, cables aéreos de electricidad, cartelería publicitaria, antenas de telefonía fija y/o móvil, etc. , constituyen el paisaje cotidiano en donde se manifiesta un tipo de vida muy especial. Quienes han nacido y viven en ese paisaje muchas veces no advierten que un “conglomerado de vulnerabilidades” puede dañar en un segundo miles de vidas, si no es adecuadamente reducido. ( Gloria Bratschi, “Hacia una “gesta ciudadana” para la reducción de riesgos subyacentes”, en Revista EIRD Informa, 2007).


No importa el tamaño, la superficie del territorio o espacio, la complejidad o no de la urbe o sistema donde habitamos. Nos referimos también a parajes, villas, aldeas o poblados.

LO IMPORTANTE, PARA TODOS: 

“Las ciudades y los gobiernos locales se deben preparar y aumentar su resiliencia ante los desastres”(UNISDR).
La Misión de la Oficina Regional de Naciones Unidas para la Reducción de Desastres –UNISDR- , es “Catalizar, facilitar, movilizar los recursos y el compromiso a nivel nacional, regional e internacional de los actores de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (ISDR), para construir resiliencia en las naciones y las comunidades ante los desastres a través de la implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.” 

“El mandato de UNISDR es “servir de centro de coordinación en materia de reducción de desastres en el marco del sistema de las Naciones Unidas, asegurar las sinergias entre las actividades de la ONU, las organizaciones regionales para la reducción de desastres, las actividades socioeconómicas y humanitarias. 

Entre sus áreas principales de trabajo se incluyen tareas para velar por que se aplique la reducción del riesgo de desastres (RRD) a los esfuerzos para abordar cambio climático, aumenten las inversiones en la RRD, se construyan ciudades, escuelas y hospitales resilientes a los desastres, y se fortalezca el sistema internacional para la RRD.” 



Ahora bien, recordemos que la prioridad N° 1, del Marco de Acción de Sendai 2015-2030, nos indica que debemos tratar que las comunidades y todos los sectores de una sociedad “comprendan el riesgo de desastres. 

La comprensión que se busca, se facilita y consolida, desde la gestión de la “comunicación del riesgo”. 

Al brindar mayor y más acertado conocimiento sobre amenazas y peligros, sean de origen natural o antrópico, las personas pueden percibir mejor el riesgo, al reconocer sus vulnerabilidades. Luego, vendrán las acciones de prevención-mitigación y la preparación, para enfrentar cualquier evento adverso.

Como dice el viejo axioma, “lo que no se comunica, no existe”. Y agrego: lo que se comunica mal, no tiene efectos positivos o genera caos comunicacional y distorsión de la información. La comunicación del riesgo facilita la comprensión y percepción de amenazas. La comunicación del riesgo, sostengo, es un insumo para la supervivencia.

Comunicar el riesgo, para reducir las vulnerabilidades y propiciar la resiliencia de una población, es empoderarla sobre la temática, que participe en las actividades de prevención y mitigación, ante posibles desastres. 

Es que pueda identificar y aceptar cuáles son sus amenazas, percibir mejor sus vulnerabilidades, conocer el nivel de exposición al riesgo, estar preparadas para su autoprotección ante una emergencia. Así se inicia el camino hacia la resiliencia. 



(Esta publicación es parte de mi libro, aún inédito, sobre " Comunicación y Resiliencia en la GIRD", que ha sido adaptada para Epicentro ,desde un capítulo que escribí para el libro "Resiliencia, desde las neurociencias a las redes sociales", que compiló el Dr. Roberto Sivak, prestigioso psiquiatra argentino, quien atendió a sobrevivientes del atentado a la Embajada de Israel y AMIA ( la mutual judía en Argentina) y también a las víctimas del incendio de la disco Cromagnon).



Esp. Lic. Gloria Bratschi 

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