CONSIDERACIONES
DESPUÉS DEL KILAUEA Y VOLCAN DE FUEGO
Los últimos dos meses hemos presenciado la erupción de dos
volcanes: el Kilauea en Hawai, desde el 5 de mayo (y aún no termina), y la del
Volcán de Fuego en Guatemala el pasado 3
de junio. Los expertos comentan que se trata de dos erupciones totalmente
diferentes y que no tienen relación alguna entre ellos; el Kilauea es de tipo
de los volcanes escudo que son aquellos que se forman por la acumulación de
flujos de lava muy fluida y su diámetro es mucho mayor que su altura; por su
parte el Volcán de Fuego pertenece a los del tipo estratovolcán, o sea cónico y
de gran altura y expele grandes cantidades de nubes de gases a velocidades
iguales o superiores a 200 kilómetros por hora.
El hawaiano sólo ha causado un herido y el guatemalteco dejó
109 muertos, 197 desaparecidos y más de 1,7 millones de afectados. Es evidente
que las condiciones de ambos son diferentes y su afectación no se da sólo en términos
de si se poseían los protocolos preventivos acordes a la situación particular
de ambos. Pero en ningún caso se justifica la falta de previsión
La falta de conocimiento, la carencia de preparación real,
impide ver que los grandes desastres del
pasado, como la erupción del Vesubio en
el año 79 d.C. o del Chichonal en México, pueden aportar valiosas enseñanzas
que ayuden a los Gobiernos y a las instituciones a aumentar la resiliencia de
las comunidades ante los desafíos modernos, como el cambio climático y la
rápida urbanización. Por ello la multidiciplinariedad de la Gestión de Riesgos
es importante, la incorporación de ciencias como la Antropología y la
Arqueología nos permite indagar hipótesis de cómo, qué y cuándo se presentaron
hechos que desaparecieron pueblos, como Pompeya o San Juan
Parangaricutirimícuaro.
De hecho el informe Aftershocks:
Remodeling the Past for a Resilient Future (Réplicas: Remodelar el pasado con miras a un
futuro resiliente), publicado por el Fondo Mundial para la Reducción de los
Desastres y la Recuperación (GFDRR), pasa revista a varios desastres ocurridos
en el pasado distante y reciente, y se analizan los impactos que podrían tener
eventos similares si sucedieran en el mundo actual, más poblado y más
conectado.
Un aspecto importante que se analiza en el informe
Aftershocks es que, al comprender los grandes desastres del pasado, los
Gobiernos y las comunidades pueden prepararse mejor para encarar los riesgos
que enfrentan. Evidentemente en aquellos que son sensibles al tema de desastres
puesto que, considero que en el análisis de los diferentes escenarios es donde
reside la capacidad de reacción y, sobretodo, de prevención.
¿Qué debemos aprender de estos dos fenómenos? Hacer
prevención no es estar inventándole fases al semáforo volcánico, como Fase
Amarilla 2 inciso e) guion 3… Tampoco de nada sirve tener excelentes
vulcanólogos si el resultado de sus investigaciones no se aterriza y se informa
a la población a través de la instancia gubernamental responsable de la Gestión
de Riesgos. Si bien hay programas y planes de evacuación de las comunidades
cercanas para el caso de erupción de los volcanes en nuestro país no son
suficientes. Hace falta concientizar, educar y hacer entender a la población
del riesgo que implica habitar en las cercanías (y me refiero a por lo menos
100 kilómetros a la redonda, que aun así no es suficiente). Pero para logarlo,
sí debemos contar con autoridades preparadas, conocedoras, sensatas y
dispuestas a que las cosas salgan bien; con eventos de oropel no se previene.
César Orlando Flores Sánchez.
Excelentes consideraciones, los estudios comparativos siempre son muy ilustrativos de lo que sirve y lo que debe mejorar. Estos dos volcanes y esas dos sociedades tan distintas son un caso comparativo que debemos analizar con mucho detalle para comprender mejor los mecanismos que previenen tragedias.
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