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28 agosto, 2017

PARTICIPACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS MEXICANAS EN ACCIONES DE PROTECCIÓN CIVIL

Remontándonos en la Historia, podemos encontrar el dato que el 28 de junio de 1888 la Cámara de Diputados decreta la instalación de la junta Directiva de Socorros, ” debido a una inundación en León, Guanajuato, que cobró más de 250 muertos, 1,450 desaparecidos, 5000 familias afectadas seriamente, quedando constituida formalmente dos días después como “Junta General de Socorros. Así también, las crónicas de esa época demuestran que la sociedad civil dio una respuesta de gran solidaridad a la población afectada. Sin embargo, es muy importante anotar que el propio Congreso giró instrucciones para que el 1er Batallón de Zapadores de Guanajuato participara en las tareas de auxilio y salvamento.

Así como éste, hay varios datos antes y después a lo largo de la historia de nuestro país, pero sin duda alguna, lo que puede marcar una participación más formal de las Fuerzas Armadas en actividades de Protección Civil,  es que con motivo de la declaración de guerra que hace México a los países del Eje (Roma-Berlín-Tokio), el 13 de agosto de 1942 se publica en el Diario Oficial de la Federación que el Gobierno de la República decreta que “Se instituye en el territorio de los Estados Unidos Mexicanos la Defensa Civil como un medio que debe poner en práctica la población misma, en cooperación con las Autoridades Civiles y Militares, contra todo acto que lesione la soberanía, la integridad, el orden y la seguridad nacionales" (Artículo 1º), y  que "depende únicamente del C. Presidente de la República, quien la dirigirá por sí, por conducto de su Estado Mayor o por el de las autoridades militares respectivas" (Artículo 2º); mientras que "El Estado Mayor Presidencial es el órgano encargado del control, dirección y coordinación de los Comités Centrales de la Defensa Civil, y al efecto, auxiliado por las Secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina, así como por las Comandancias de Región y de Zonas Militares y Navales..." (Artículo 6º).

La Armada de México históricamente ha estado vinculada en labores de búsqueda, rescate y salvamento de la vida humana en la mar, especialmente en los casos de fenómenos meteorológicos que han sorprendido en alta mar a buques mercantes, pesqueros y pescadores ribereños.

En la década de los 40´s del Siglo XX, al incrementarse las actividades marítimo-pesqueras en nuestro país, aumentó el número de casos de accidentes, tales como hundimientos, varaduras y encallamientos que requirieron la intervención de los Mandos Navales para el salvamento de la vida humana en la mar; ello y el efecto de los fenómenos meteorológicos en la población costera, crearon la necesidad de extender las actividades de protección a los habitantes de los puertos y congregaciones de ambos litorales.

Dichas actividades de protección quedaron organizadas a principios de la década de los 50´s de ese mismo Siglo, en lo que desde el inicio recibió el nombre de "Plan de Auxilio a la Población Civil".

Y podemos encontrar también, como antecedente directo del Plan DN-lll-E, el Plan de Emergencia Federal, instituido en 1966, debido a inundaciones y desbordamiento del Río Pánuco…. Lo anterior sin mencionar los graves acontecimientos  de la erupción del volcán Chichonal en 1982; las explosiones de San Juanico en 1984; el propio evento sísmico de 1985 entre otros muchos, muchos más. Incluso en 2005 salió una Fuerza Expedicionaria para Ayuda Humanitaria con las víctimas del Huracán Katrina, en Estados Unidos.

No es muy difícil entender que, normalmente, ante un desastre de gran magnitud, la falta de conocimiento en la materia, la carencia de personal preparado en las Coordinaciones de Protección civil y, por supuesto, bajo el esquema populista de que “la protección civil somos todos”, los diferentes niveles de gobierno emplean sus incipientes recursos para la contención, auxilio y mitigación. Es decir, echan mano de la policía, un mal formado y peor respaldado cuerpo de bomberos y rescatistas, en un ámbito municipal; en la esfera estatal,  es más fácil recibir el apoyo de las Fuerzas Armadas, esto es cuando la emergencia sale de control de la Unidad Municipal, y se ponen en marcha los Planes DN-III-E y Marina, y las unidades municipales de Protección Civil, o se subordinan, o se desentienden sabiendo que los soldados y los marinos  les resolverán el problema. Es una situación de falta de compromiso, de conocimientos y, en no pocos casos, de responsabilidad, lo que nunca falta en el personal castrense.

Para poder comprender lo anterior, es menester entender que no participan porque sí, si no que la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (Art. 29 Fracc XXXII) lo establece; así como la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, que en su Título Primero, enuncia las  Misiones Generales de este instituto armado:
Art. 1/o. El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, son instituciones armadas permanentes que tienen las misiones generales siguientes…:
V. En caso de desastre prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la reconstrucción de las zonas afectadas.
ARTICULO 2/o. Las misiones enunciadas, podrán realizarlas el Ejército y la Fuerza Aérea, por si o en forma conjunta con la Armada o con otras Dependencias de los Gobiernos Federal, Estatales o Municipales, todo, conforme lo ordene o lo apruebe el Presidente de la República, en ejercicio de sus facultades constitucionales.

Por esta razón dentro de su Estado Mayor cuenta con una Sección de Protección Civil.

Y por su parte, la Armada de México (siempre está mal dicho Marina Armada, ya que la Armada por definición es la Marina de Guerra) en su Ley Orgánica, Capítulo Primero, De la Misión, Atribuciones e Integración de la Armada de México, establece:
Artículo 2.- Son atribuciones de la Armada de México, las siguientes…:
VII. Auxiliar a la población en los casos y zonas de desastre o emergencia; aplicando los planes institucionales de protección civil, en coordinación con otras autoridades;…

También por esta razón, en su Estado Mayor cuenta con una Subsección de Protección Civil y Contingencias.

En ese mismo orden de ideas, tanto en la Escuela Superior de Guerra como en el Centro de Estudios Superiores Navales,  se han realizado, desde hace mucho tiempo, ejercicios de respuesta a desastres. Inclusive, recientemente (2015) la Armada de México auspició un curso UNDAC en las instalaciones del CESNAV, se contó con la participación de funcionarios de SEDENA, SEGOB (CNPC y PF) así como invitados civiles de diferentes países de Latinoamérica.

Además existen las Directrices de Oslo que cuyo objetivo principal es, en términos muy generales, disponer de los recursos militares y de defensa civil para operaciones de socorro en caso de desastres.

De hecho, en Centroamérica, en Honduras, el Ejército cuenta con una Brigada específicamente para apoyo en caso de emergencia o desastre, y no es mal vista por la población; más al Sur, en Colombia el instituto armado cuenta con un Cuerpo de Zapadores especializados en temas de respuesta a desastres. La colaboración militar es fundamental, tanto que inclusive la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, ha realizado Seminarios Internacionales sobre la importancia de las Relaciones Cívico-Militares en casos de Desastre.


Si bien es cierto que desde la creación del Sistema Nacional de Protección Civil ha habido un considerable avance en la preparación y fortalecimiento de la cultura de autoprotección y de la Gestión Integral del Riesgo, también es cierto que hay una evidente falta de compromiso por parte de los gobiernos en sus tres órdenes, no sólo al limitar la participación de la sociedad, o bloqueándola en muchos casos, si no también para designar personal cualificado y competente en áreas tan sensibles como lo son las Coordinaciones de Protección Civil, lo que hace que, al no tener idea de cómo enfrentar situaciones de emergencia y/o desastre, justo como en el caso de Seguridad Pública, Marinos y Soldados tengan que hacer el trabajo que otros no pueden, no saben o no quieren hacer, y aun así lo realizan de una manera leal, responsable, patriótica y, sobre todo, con honor.

César O. Flores Sánchez

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