Sin
duda alguna, los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, marcan un parteaguas
en la concepción de los desastres en nuestro país; sin embargo, 32 años 5 horas
y 55 minutos después, el 19 de septiembre de 2017, un nuevo sismo con diferente
epicentro sorprende de nuevo a la población del centro del país. En sendos eventos, la respuesta gubernamental
no estuvo a la altura de las circunstancias, y la consecuencia es la enorme y
dolorosa cantidad de pérdidas humanas que aún hoy lastiman el corazón de México…
Ahora,
en 2022, por minutos, casi 5 años después exactamente, un temblor de magnitud
7.7 con epicentro en las costas de Michoacán, vuelve a sorprender
después del “simulacro nacional” (así, entre comillas y con minúsculas).
No voy
a opinar acerca de los comentarios del por qué tembló; lo que importa es la
calidad de la participación en el simulacro, cualquiera que haya sido la
hipótesis que se haya escogido, y el lugar en la República donde se haya hecho.
Aún hay gente que, cuando la reúnes para explicar de qué va el simulacro, por
qué se hace, cómo hay que hacerlo, sale con la estúpida letanía de: “Es de que
aquí, pues no, no tenemos la cultura de protetción civil”. Y uno suspira y
piensa en contestarle tantas y tantas cosas, pero no es políticamente correcto;
así que uno se limita a seguir con la plática.
Sin
embargo, en septiembre de 2001, por decreto presidencial, se declara el 19 de septiembre
como Día Nacional de Protección Civil, y ¿qué se hace? Planear una hipótesis
muy similar a lo que ya ha sucedido, y sucede, y ni población ni gobierno
entiende la importancia de la preparación, de la práctica, del ejercicio de
SIMULAR lo que puede pasar para mitigar daños, prevenir pérdidas, salvaguardar,
pues, la vida, los bienes y el entorno…
El
gremio se pone sus mejores equipos tácticos, se compran silbatos, ese día sí le
ponen baterías a los altavoces, desempolvan cascos, sacan los chalecos del
archivo o la gaveta donde se guardan las galletas y el café. Unos minutos antes
todos guardan sus equipos, útiles, enceres, aperos, y se aprestan a salir con
la señal indicada…
En
fin, más que simular, más que hacer un simulacro se relaja el personal de
oficinas, escuelas, empresas, industrias, fábricas, para cumplir un pinche
trámite, un pinche requisito, pero no preparar a sus empleados, estudiantes,
colaboradores, familiares inclusive. Porque el prestador de servicios, ROPC, o
como quieran llamarse este mes, no fortalece la instrucción y los funcionarios
hacemos como que se hacen las cosas, porque no hay cultura, pero todos prestos
a compartir, reenviar y producir memes, muy mal escritos por cierto: “En la
trabajación para el simulacro”… Y a mí me da pena ajena… Me pregunto de qué
sirve tanta pinche raya más al tigre con sus miles de constancias de participación de
una plática de dos horas, si cuando sucedió el temblor, 46 minutos después de
iniciado el simulacro, tampoco sabían qué hacer…
Entendemos
a la Protección Civil como "el cumplimiento de algunas o de todas las
tareas humanitarias, destinadas a proteger a la población contra los peligros
de las hostilidades y de las catástrofes y a ayudarla a recuperarse de sus
efectos inmediatos, así como facilitar las condiciones necesarias para su
supervivencia”.
Pero
debemos comprender que la protección civil es mucho más que un enunciado, el
ánimo de voluntad del funcionario en turno, o la letra muerta de leyes y
reglamentos. Es mucho más que atender emergencias, o revisar extintores…
Debe
ser el establecimiento de una organización permanente que permita disponer de
un mecanismo eficiente y de eficaz coordinación, que comprenda: Análisis,
Planificación, Información, Capacitación, Adiestramiento, Educación,
Preparación, Prevención, Mitigación, Evaluación, Protección, Respuesta,
Asistencia, Restablecimiento, Reconstrucción, y Continuidad de Operaciones y de
Gobierno, entre otras cosas. La protección civil debe concebirse como un
derecho de la población, y su organización es una obligación de la autoridad
administrativa de cualquier estado, en el mundo.
La
solución no se encuentra en la creación de un organismo sobredimensionado, que
pretenda tener injerencia sobre todos los demás, sino la participación
multidisciplinaria, activa, coordinada y permanente de cada organismo o
institución gubernamental, así como de los diversos sectores de la sociedad.
Ello permite asignar los roles de liderazgo y definir las reglas de
participación en cada parte de los procesos de la Gestión del Riesgo de
Desastre, según la actividad específica de cada actor y sus medios.
El
objetivo es lograr una coordinación coherente, dinámica y eficiente de todos
los recursos humanos y técnicos disponibles, con la finalidad de no superponer
esfuerzos y dispositivos en forma innecesaria, para no dilapidar recursos humanos,
materiales o financieros y poder utilizar las partidas presupuestarias
racionalmente de acuerdo a esquemas reales de prevención, de gestión para la
reducción del riesgo y la adaptación al cambio climático ante la incesante
amenaza del impacto de un fenómeno que materialice un desastre. Es decir,
trabajar basados en esquemas de transversalidad y gobernanza.
El
recordar los eventos catastróficos del pasado, debe provocarnos la reflexión de
estar mejor preparados, mejor informados para gestionar el riesgo, para
encaminar acciones a la reducción del riesgo, a tener un municipio resiliente,
a evitar pérdidas y mitigar daños, a fortalecer nuestras capacidades para no
detener el desarrollo. No jugar ni sentirse héroes con actos circenses.
También,
es necesario rendir homenaje a las víctimas de los desastres, a las familias
que perdieron seres queridos, y a quienes con valor y una desinteresada
vocación de servicio, arriesgan sus vidas para rescatar y salvar otras vidas,
pero con seriedad, con disciplina, con adiestramiento real y sin soberbia.
Entender
que la Protección Civil y la Gestión del Riesgo de Desastre, no debe manejarse
en septiembre nada más, no es una tradición más de las fiestas patrias, debe
ser prioritario para el tomador de decisiones. Es un asunto de Seguridad
Nacional que debe ser atendido por gente experta y comprometida con la nación,
con la vida humana, no con el presidente en turno.
E
insisto, la unidad de la que adolecemos en el gremio es un factor importante
para que México esté o no preparado. En lugar de hacer memes, en lugar de
sentirse simpáticos por escribir mal o como gatito de Karen, analicemos qué
sucedió este pasado lunes, y avoquémonos a corregirlo…
Mtro.
César Orlando Flores Sánchez.
Excelente artículo, saludos desde la Ciudad de México, Fernando Medel...
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