Por: Amparo Velásquez Peñalosa & Henry Peralta
Quizás no
hay una definición concreta, única y definitiva de las Pymes, pero si es
evidente su presencia en la economía de los países. La ausencia de una
categórica definición de la Pyme es una primera dificultad en un trabajo de
construcción de resiliencia con y para ellas, pues la definición en cada país
está determinada por el tamaño de la empresa que consiste entre otros
parámetros: valor del patrimonio, el número de empleados, el tipo de operación,
volumen de ingresos. Así pues, las Pymes sin una precisión concluyente su
definición se diluye en categoría por clasificaciones que la hacen diversa y
heterogénea en su comprensión.
Paradójicamente,
el desarrollo de las Pymes, en América Latina y el Caribe, es una clara
prioridad para las autoridades responsables de formulación de políticas
públicas, dado las cifras que demuestran sus debilidades y oportunidades como
se aprecia en los siguientes datos: “la gran mayoría (99.5%) de las empresas
de la región son PYMES, y casi nueve de cada 10 compañías son clasificadas como
microempresas, y las PYMES son importantes generadores de empleo a nivel
regional (60% del empleo productivo formal). Sin embargo, aunque es un fenómeno
global normal que las PYMES muestren niveles de productividad más bajos que las
grandes empresas, las PYMES latinoamericanos sufren una brecha de productividad
particularmente significativa, en vista de que representan sólo una cuarta parte
del valor de la producción total de la región.”[1]
A pesar de lo
contundente de esta información y la
voluntad expresa de países Latinoamericanos por tenerlas como prioridad, la
naturaleza de las mipymes está orientada al mercado interno e infortunadamente su
desempeño estado ligado a las condiciones macroeconómicas en que se desenvuelve
cada país. Esto quiere decir que en épocas de recesión como la actual -
Covid-19- las empresas más pequeñas tienden a desaparecer con más frecuencia.
La Pymes son grandes colaboradoras con aporte de empleo en los países “En América Latina, las mipymes (microempresas y pymes) generan la mitad de los puestos de trabajo, son el 90% del tejido empresarial y suponen el 28% del PIB, pero no reciben la atención necesaria de las políticas públicas de la región.”[2] Es evidente que no hay atención real sobre las Pymes porque no se actúa sobre ella en la proporción al tejido empresarial que conforman y aportan a la sociedad. Las acciones gubernamentales o de cooperación están orientadas al entendimiento de los manejos administrativos, lo cual está bien, pero no es suficiente pues debe existir una propuesta clara para construir resiliencia para la vida de las Pymes, que muy seguramente se transmuta en salud para el país.
Como un
ejercicio meramente académico, en aras de discusión, se puede identificar una
noción incipiente de Pyme, mediante el concepto de empresa que si está definida[3].
Sin embargo, para este ejercicio se elige una definición en el contexto de la
productividad, que comprende la empresa como “la célula constitutiva de la
formación social del capitalismo. Es la unidad de producción y el centro de la
articulación de las relaciones sociales para intercambiar bienes y servicios:
particularmente el trabajo humano”[4].
Basando en este concepto y ajustado al entendido internacional, las Pymes se
comprenden como empresas de ideas innovadoras o ambiciosas que se encarnan en
pequeñas unidades productivas y se abren paso en los mercados internos de los países.
Sin embargo, siguiendo el paso de su diversa y heterogénea indefinición de las
Pymes, también hay algunos aspectos que las homogenizan, pero desde el punto de
vista de las limitaciones o vulnerabilidades como es la existencia de estructuras
informales, con frágiles alternativas de financiación, baja innovación y inconsistentes
competencias técnicas especialmente en Latinoamérica.
Entonces
estas que llamaremos “pequeñas unidades productivas” basado en las potencialidades
ya mencionadas, las Pymes, son instrumentalizadas, tanto por las economías
desarrolladas como las emergentes[5],
como principales y calladas fuerzas en el desarrollo económico de los países con
las cuales se pretende la reducción de la pobreza y el desempleo.
Las dos
caras de las Pymes, por un lado, su resiliencia por su incuestionable rol en el
desarrollo y crecimiento económico de un país, por su adaptación flexible a los
cambios del mercado, por ser generadora de empleo, por su contribución a la
competitividad y por otro lado su vulnerabilidad, pues además de su
indefinición también adolece de elementos estructurales, los cuales se
evidencian tanto en las economías desarrolladas como en las economías
emergentes.
Este doble
rostro de las Pymes evidencia la construcción de riesgo no solo para sí misma
sino para los países que las albergan. Sobre los hombros de las Pymes pesa la competitividad
de un país, puestos de trabajo, el crecimiento económico, contener el empleo
informal y el trabajo precario o al menos es lo que dicen las cifras. Dicho
de otra manera, sobre estas frágiles “pequeñas unidades productivas” se basa en
gran parte la resiliencia para la vida económica y social del país.
Por otro
lado, las Pymes, muestran la vulnerabilidad de sus propias estructuras y su fragilidad
financiera frente a los entornos enmarcado en las economías emergentes de
Latinoamérica, cuya volatilidad terminan siendo en la mayoría de las veces las
amenazas para estas “pequeñas unidades productivas”.
La gestión
de este riesgo para las Pymes, que de no hacerlo puede gestar un desastre como
ya lo estamos viendo, pasa por la construcción de resiliencia bajo el factor de
éxito de la adaptación al devenir de los procesos sociales, económicos y
ambientales en las que están inmersas en la cotidianidad y cuando lleguen la
crisis. La adaptación es un elemento o una circunstancia que en
definitiva influye y contribuye a la producción de un resultado que se exprese
en resiliencia para la vida.
Haciendo
uso del Modelo ADER[6],
donde la creación y recreación de resiliencia se acepta como una visión de
futuro en el marco de la gestión prospectiva del riesgo, para afrontar retos
que requieren de la innovación, de formas diferentes de mirar los elementos y
hechos de la cotidianidad que a fuerza de mirarlos se han vuelto “paisaje”, uno
de ellos para este caso son las Pymes.
En este Modelo
ADER se hace uso de una metáfora basada en el comportamiento de los materiales,
deformación plástica para explicar la recreación de la resiliencia y la
deformación elástica para el ejercicio cotidiano de la creación de resiliencia
para la vida. Esta es una forma de sintetizar la realidad que permita explicar en
la cotidianidad de esta “nueva realidad” las acciones para resistir, adaptarse
y prepararse en un ejercicio consciente y habitual; así mismo frente a la
crisis o el desastre para absorber y responder, adaptarse nuevamente y
transformarse.
Bajo este
modelo, la creación y recreación de resiliencia para la vida dentro del proceso
de emprendimiento de una persona o de un grupo, involucra la comprensión del
riesgo y adaptación al cambio. En ese marco, las Pymes, con todo y sus debilidades
y amenazas, tienen que atender dos tipos de entornos: el externo y el interno
donde juegan un papel importante la adaptación.
Sobre el entorno
externo no hablaremos aquí, pero es aparentemente el más apremiante porque está
relacionado con lo institucional, económico, administrativo y legislativo de un
país, y es allí en donde todo el mundo cree que empiezan a aparecer los
obstáculos a la hora de emprender. No cabe duda de que no todas las medidas
propuestas por los países o agencias internacionales de apoyo están orientadas
para atender de manera diferenciada a los disímiles segmentos de
empresas y sus necesidades particulares. Así las cosas, los entornos
externos desfavorables se pueden presentar en el crecimiento de la Pymes para
implementar su propuestas o ideas de innovación, así como en su declive cuando
estas Pymes no alcanzan sus expectativas y tienen dificultades para cerrarlas
por demasiados tramites y cargas impositivas demorando su clausura y proseguir
para la consolidación de nuevos negocios.
En el contexto
interno, es donde nos queremos enfocar. Este contexto es al que no se le
coloca atención, pues se da por sentado que está bien y no es responsabilidad
del estado. La razón es que este se nutre y se alimenta del espíritu
emprendedor de la persona o grupo para llevar a cabo una idea innovadora o
responder a las necesidades del mercado. Y lo que aparentemente es
responsabilidad del emprendedor, conlleva una fragilidad para las mayorías de
las Pymes.
Desde este
fuero interno, justo en el inicio del emprendimiento es el momento para la Pyme
debe empezar la creación de resiliencia como base para la recreación
de resiliencia. Es en la creación de resiliencia para la vida donde se da la adaptación
a sus propias condiciones prexistentes, que la llamaremos “deformación elástica”.
En este estadio, “pues si bien hay presión del entorno las fuerzas no son lo
suficientemente fuertes para desestabilizar y las fuerzas internas de
experiencias que ha recibido en su vida, permite que afloren un aumento en la
resistencia, las adaptaciones positivas que se van realizando para atemperarse
a cambios y siempre vigilante para desarrollar acciones de preparación para
afrontar, basados principalmente en el conocimiento de los riesgos”[7].
Si la
perspectiva es la de construir resiliencia para la vida, todo lo que se haga en
esta “fase elástica” esta caracterizado por un continuo avance positivo para
enfrentar altibajos, corrigiendo rumbos y resolviendo problemas de forma
creativa e innovadora. Las tres propiedades claves que gestiona esta
deformación elástica en la “nueva cotidianidad” son la preparación (es
un accionar constante de observancia de los entornos para enfrentar y mejorar
capacidades), la resistencia (acciones anticipadas con visión de futuro
que le permitan fortalecerse y anticiparse a grandes crisis) y la adaptación
(proceso consciente para aceptar las condiciones existentes para actuar en
consecuencia y no solo resignarse o abandonarse a una “zona de confort” asistida)
Desde la
perspectiva de riesgo (como perdida y no como amenaza) el propósito de la creación
de resiliencia para la vida desde la cotidianidad dispone a las Pymes
frente a las “deformación elástica” que conllevan los pequeños cambios de la
vida diaria. El objetivo es que la resiliencia como un tejido en las Pymes se
mantenga y se fortalezca evitando, así, sobrepasar el umbral o punto de
inflexión donde inicia la crisis y se pasa a la “deformación plástica” de la
vida.
La re-creación
es otra etapa de los sistemas como las Pyme, en este caso, para poner en juego
lo acumulado en la creación de resiliencia o sencillamente para reinventarse
desde la crisis misma a la que llamaremos deformación plástica. Es en
este punto de la re-creación de resiliencia donde se pone a prueba
nuevamente la capacidad de adaptación esta vez a nuevas formas de
cotidianidad o a lo que se conoce popularmente como la nueva realidad.
Los
objetivos principales que constituyen las cuatro (4) propiedades básicas para
el afrontamiento de la segunda deformación, la plástica, en la vida para recrear
la resiliencia son: Absorber la crisis para no desaparecer o “aguantar el golpe,
donde se hacen acciones defensivas que se realizan inmediatamente para asumir
el impacto generado. Hay que responder que es básicamente la respuesta con
acciones de contención que se realizan para reaccionar ante el impacto. Adaptarse
deviene en acciones de adecuación que se realizan para ajustarse a las nuevas
condiciones generadas por el impacto y sobrevivir en el mercado. La adaptación reaparece
asociada a una deformación permanente. Transformación son las acciones de
cambio que se realizan para reinventarse en crisis y crear oportunidades para
la vida y los negocios.
Así las
cosas, la adaptación emerge como proceso y como un factor constante y
permanente en la creación y recreación de resiliencia para la vida, lo cual es
una oportunidad para las Pymes. Pues desde la adaptación, la Pyme, estará
abocada a atemperar sus patrones de comportamiento acorde a la “normalidad”
imperante en el medio social en el que se mueve para pasar a la transformación y
así recuperarse bajo nuevas maneras de ser, estar y hacer.
El
comportamiento adaptativo de las Pymes en la “deformación plástica y elástica”
frente a la cotidianidad o la crisis depende no solo de procurar un contexto
externo dotado de parámetros reconocibles en lo institucional, económico,
administrativo y legislativo de un país, sino y mejor de procurar un contexto
interno sano para esas “pequeñas unidades productivas” donde la resiliencia
para la vida sea el derrotero para alcanzar.
Definitivamente
el contexto interno es necesario desarrollarlo sistemáticamente para crear y
recrear resiliencia en las Pymes, como para cualquier sistema, pues el nivel de
recuperación ante una crisis es inversamente proporcional al grado de
resistencia, adaptación y preparación realizadas anticipadamente en la
“deformación elástica de la vida”. La crisis es un elemento recurrente de estos
tiempos que corren tanto para las empresas como para la sociedad, lo que nos
obliga a estar atentos de los entornos.
La
consolidación de un comportamiento saludable del contexto interno, en
homeostasis con el contexto externo, en la aspiración de crear y recrear la
resiliencia para la vida es fundamental para la conformación de modelos de
comportamientos de las Pymes que se destaquen por resolver rápidamente las
fases de absorción y respuesta en un tiempo relativamente rápido a la crisis,
lo cual se vincula también con el comportamiento eficiente del contexto
externo. Esta rapidez de acción en el desempeño de la Pyme es directamente
proporcional a las capacidades que tiene y que han sido desarrolladas
previamente, en una construcción paulatina de resiliencia para la vida. La fase
de adaptación es rápidamente superada y pasa con recursos propios o por apoyo
de terceros para transformarse y llegar a la fase de la recuperación para
permanecer en el mercado en nuevas realidades.
[1] OCDE, CAF – Banco de
América Latina y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), “Índice
de Políticas PYME: América Latina y el Caribe 2019 Políticas para PYMES
competitivas en la Alianza del Pacífico y países participantes de América del
Sur”, 2019
[2] CEOE Empresas Españolas. https://www.ceoe.es/es/ceoe-news/internacional/las-mipymes-generan-el-28-del-pib-en-latinoamerica-pero-carecen-aun-del Publicado el 6 de marzo 2018
[3]De acuerdo con la RAE la empresa se define como
la “Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o
de prestación de servicios con fines lucrativos”
[4] Gómez, M. (2016). NIIF y MIPYMES: retos de la
contabilidad para el contexto y la productividad. Documento Escuela de Administración
y Contaduría Pública N˚ 25 ISSN 2011-6306 junio 2016. Universidad Nacional de
Colombia, Sede Bogotá, Ciencias Económicas.
[Fecha de consulta: 9 de junio de 2021] Recuperado.
[5] En economía, se ha creado
el término emergente para referirse a países que no se encuentran en el lado
del tercer mundo, ni
tampoco se incluyen como países desarrollados.
[6] Peralta, H y Velásquez,
A. “Resiliencia para la vida. Modelo de avance, declive y evolución de la
resiliencia -ADER- Colombia, 2020
[7] IBIDEM p.46
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