“ Residuos Peligrosos, Ni tanto ¿o sí? ” - Radio Epicentro Blog

14 noviembre, 2020

“ Residuos Peligrosos, Ni tanto ¿o sí? ”

 

“ Residuos Peligrosos, Ni tanto ¿o sí? ”

 

Mtro. Saúl Ruiz Fernández.

Noviembre, 14 de 2020.

 

Un residuo peligroso es aquel material desechado que posea alguna de las características de: Corrosividad, reactividad, explosividad, toxicidad, inflamabilidad o que contenga agentes infecciosos que le confieran peligrosidad.[1]

 

Normalmente se considera que un residuo es peligroso por corrosivo, cuando en su estado líquido o en solución acuosa, tiene un pH (potencial de Hidrógeno) menor ó igual a 2 (ácido fuerte) ó mayor ó igual a 12.5 (base fuerte). A manera de ejemplo de líquidos corrosivos están los limpiadores de baño: Ácido Clorhídrico (Ácido Muriático) e Hidróxido de Sodio (Sosa Cáustica) y el refresco de cola, entre otros.

 

En lo que a reactividad respecta, se tiene que este tipo de residuos, solos ó combinados (con agua, ácidos o bases) reaccionan violentamente formando gases, humos ó vapores. Por ejemplo: Magnesio, Cloruro de Acetileno, etc.

 

Los residuos peligrosos explosivos son los que pueden producir una reacción de descomposición detonante ó explosiva en condiciones normales. Ejemplos de estos son: Trinitrotolueno (TNT), Peróxidos, Permanganato de Potasio, etc.

 

Un residuo se considera tóxico cuando posee en ciertas cantidades alguno o varios de los siguientes elementos: Arsénico, Bario, Cadmio, Cromo, Níquel, Mercurio, Plata, Plomo y Selenio. Además, cualquier residuo que contenga compuestos de cianuro y que genere más de 250mg de Acido Cianhídrico/Kg de residuo, también se considera peligroso por su toxicidad.

 

También, aquel residuo que tenga más del 24% de alcohol o pueda generar fuego por fricción ó cambios químicos, se considera inflamable. Ejemplos de estos residuos son: Alcoholes, Cetonas, Fósforo, entre otros.

 

Por último, un residuo peligroso es bioinfeccioso sí contiene bacterias, virus o microorganismos tóxicos o que puedan causar daños a los seres vivos; por ejemplo, los desechos hospitalarios.

 

                                              

 

Fig. 1: Características de peligrosidad de residuos peligrosos.  

Fuente: Instituto Nacional de Ecología, Promoción de la Minimización y Manejo Integral de los Residuos Peligrosos (Ciudad de México: Instituto Nacional de Ecología, 1999), 18.

 

Comúnmente se tiene la idea de que los residuos peligrosos son propios de la industria; sin embargo, cabe destacar que también en el hogar se pueden generar, recibiendo el nombre de “residuos peligrosos domésticos”. Ejemplo de este tipo de residuos tenemos:

 

Baterías de aparatos electrónicos, envases vacíos de productos de limpieza (Sosa Cáustica, Ácido Muriático, Cloro, etc.), aceite gastado, pinturas y solventes, medicinas caducas, refresco de cola, envases de insecticidas y tintes para el cabello, focos ahorradores (con Mercurio), etc.

Pero, esos residuos peligrosos domésticos, los manejamos cotidianamente, como cualquier cosa menor, ¿cuál peligro?, ¿qué es lo que pasa?:

Veamos, en la parte objetiva o científica, se debe considerar lo siguiente:

Los efectos negativos a un peligro, como por ejemplo la exposición (voluntaria o involuntaria) a sustancias contaminantes en el aire (químicos de los tintes de cabello ó Piretroides contenidos en los insecticidas domésticos) dependen de factores como: La toxicidad (baja, media ó alta) de las sustancias, dosis (la cantidad), tiempo y frecuencia (cuántas veces rocía insecticida al día, semana, etc.) de exposición y la sensibilidad del receptor.[2]

 

De la lectura del párrafo anterior se destaca que la simple presencia de una sustancia peligrosa no es suficiente para provocar efectos adversos en un elemento ambiental  (se puede tener Hidróxido de Sodio ó Sosa Cáustica, en la botella del desinfectante de pisos doméstico, almacenado en una gaveta de la cocina y no por eso se tiene automáticamente un daño); además, es necesario que haya una exposición (contacto entre el peligro y alguien: Que vaya a la cocina, abra la gaveta, saque la botella, la abra y toque ó tome el Hidróxido de Sodio para que se dé la exposición), que haya una dosis adecuada para causar un daño (cantidad que pueda afectar: La Sosa puede estar diluida ó concentrada y puede tratarse de una cantidad pequeña ó una abundante, de eso depende el grado de la quemadura y/o intoxicación) y la frecuencia de exposición (sí es una exposición esporádica o varias veces); y una vez que se han presentado todos estos eventos, entonces la persona puede empezar a sufrir (dependiendo de su sensibilidad) los efectos adversos del peligro.

 

Una vez que ha habido contacto entre la sustancia peligrosa y el cuerpo de la persona la sustancia puede entrar al organismo por la piel, boca ó nariz y enfrentarse a los mecanismos de defensa, que disminuyen su movilidad y facilitan su excreción, y sí los vence y aún va en cantidad dañina, puede afectar los órganos blanco (generalmente hígado ó riñones), dependiendo de cada persona.[3] 

 

De esta manera, estos factores del riesgo, sobre todo el efecto y el tiempo transcurrido (exposición y manifestación) hacen que percibamos a los residuos peligrosos domésticos, como No peligrosos, aunque sí lo sean.

 

¿Y por qué nos hacemos de esa percepción?, ¿por qué pensamos que los residuos peligrosos, No son tan peligrosos (cuando sí lo son)?

Una respuesta muy simple y sencilla está en la “familiaridad” [4], cotidianeidad y convivencia con el riesgo; y por otro lado, en la paz y tranquilidad mental, que brinda la “Inmunidad subjetiva” [5] de cada persona.

 

 

Mtro. Saúl Ruiz Fernández.

Noviembre, 14 de 2020.

 

 



[1] Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (Ciudad de México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 1998), 4.

[2] Ibid., 21.

[3] Instituto Nacional de Ecología, Introducción al Análisis de Riesgo, 23.

[4] Covello y Merkhofer 1996 en INE-SEMARNAT, “Introducción al análisis de riesgo”. Instituto Nacional de Ecología, México, 1ª edición, 2003.

[5] Mary Douglas, La Aceptabilidad del Riesgo Según las Ciencias Sociales. Paidós Barcelona, 1996. 57-59.

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