La
sociedad mexicana, siempre evaluada entre las más felices del mundo se
caracteriza por su espíritu fiestero, le gusta socializar, mantener las
reuniones con familiares o amistades, celebrar cualquier motivo, hasta la
muerte.
El
riesgo se percibe lejano porque le sucede al otro, no a mí, es parte de nuestra
cultura, se puede observar en muchas de nuestras decisiones. Únicamente le
ponemos atención al riesgo cuando podemos ver la amenaza frente a nosotros,
quizás, sea una de las explicaciones al creciente contagio del virus
Sars-Cov-2, una amenaza invisible, y si no lo vemos, no tenemos de que
preocuparnos.
Imagen tomada de internet: eluniversal.com.mx
Ya
nos consta que el permanecer sanos o vivos dependerá exclusivamente de las
decisiones que tomemos personalmente, en auto-cuidarnos, por muchos medios
hemos leído y escuchado las medidas de prevención y aunque nos dijeron como la
Chimoltrufia que no, luego que si, otra vez que no y por fin que siempre si, la
decisión de usar el cubre bocas al salir de casa para realizar cualquier
actividad donde se encuentren otras personas sean conocidas o no, siempre ha
sido y será personal.
Los
negocios presionando, con justa razón a los gobiernos para la reapertura,
argumentando cumplir los lineamientos de seguridad e higiene para prevenir el
contagio. Personalmente, por necesidad de adquirir ciertos productos he
visitado varios giros comerciales de diversos tamaños de los que actualmente se
han considerado esenciales y aunque todos han implementado medidas básicas de
ingeniería y aparentemente de capacitación, en 6 de cada 10 establecimientos,
la falla se presenta en la conducta, tanto de empleados como del público que
atienden, ejemplo muy gráfico fácil de comprobar es el uso de cubre bocas. Esta
semana, haciendo fila ocho personas, todas guardando “la sana distancia” y con cubre
bocas, cuatro de ellas sin cubrirse la nariz.
Las
conductas de las personas en cuanto al uso de cubre bocas las puedo agrupar en
tres aspectos:
Negligencia, que es la falta de cuidado, aplicación y diligencia
de una persona en lo que hace, en especial en el cumplimiento de una obligación
y esta se puede deber a la ignorancia, es decir, la persona no ha sido
adecuadamente capacitada o al menos no se ha verificado su aprendizaje.
Simulación, significa representar una cosa
fingiendo, aparentando, disimulando o imitando lo que no es. Como en los
negocios, tener el curso para obtener la constancia y cumplir con el requisito de la
autoridad o en las personas traer el cubre bocas sin colocárselo correctamente.
Irresponsabilidad, que se refiere a la incapacidad y falta de
voluntad de una persona para cumplir con una obligación, compromiso o tarea
asignada de forma voluntaria u obligatoria. Esta ha sido la conducta que como
sociedad más nos ha dañado, es sinónimo de falta de empatía y de una carencia
de compromiso y respeto a nuestros semejantes, incluso a las personas que
decimos querer.
Podremos quejarnos de lo que los gobiernos han hecho o dejado
de hacer, pero con más de 35 mil muertes en México, habría que preguntarnos
cuál ha sido nuestra aportación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario