“?EL COVID19 ME PELA LOS DIENTES?”
Mtro. Saúl Ruiz Fernández.
Mayo, 14 de 2020.
Ante el
llamado mundial, nacional, estatal y local a “quedarse en casa”, como una forma
de no exponerse al contagio del virus Covid19 y con ello tratar de evitar los
famosos “colapsos de los sistemas de salud” (al no poder atender al mismo tiempo
a una gran cantidad de enfermos graves; Nótese, que evitar el famoso colapso,
es de utilidad para los servicios de salud, NO tanto para los pacientes, ya que
la mayoría de los enfermos graves de este contagio, terminan muriendo ya que aún
no hay tratamiento), en México, Sonora y Hermosillo, se tienen respuestas
sociales contrarias a quedarse en casa:
“HERMOSILLO, Sonora-.- Un gran número de personas
hicieron fila en una cervecera del Bulevar Quiroga para poder comprar la
bebida, que empieza a escasear en algunas zonas de Hermosillo ante los cierres
de negocios y paros de producción por la contingencia del coroanvirus Covid-19.
Sin importar largas esperas, la sana distancia o las
multas que les hagan al estacionarse en doble fila, decenas de personas son
capaces de soportar eso junto a los rayos de Sol y la alta temperatura con tal
de obtener la oportunidad de adquirir hasta 4 cajas de 24 cervezas, como
máximo…”[1]
“Crecen los contagios en Hermosillo… y también la
movilidad.
Mientras la capital se acerca al punto crítico de la
pandemia, los ciudadanos empiezan a volver a las calles por necesidad,
aburrimiento o incredulidad.
Al mismo tiempo en que los contagios de coronavirus
aumentan en forma acelerada en Hermosillo y las autoridades intentan reforzar
el llamado a quedarse en casa, las calles de la ciudad parecen recobrar vida.
Quienes han salido de sus casas en los últimos días
coinciden en tres razones principales:
Existe la necesidad de obtener dinero, el
confinamiento les ha enfadado o simplemente están incrédulos ante la pandemia del
virus que ha infectado a casi cuatro millones de personas en el mundo.
El Centro de Hermosillo es quizá la mejor muestra de
que los ciudadanos han decidido salir a realizar actividades esenciales y no
esenciales. La afluencia se nota tanto en los bancos como en el andador del
Mercado Municipal…
El aumento en la movilidad de los hermosillenses se ha
reflejado en el aforo vehicular: Entre lunes y miércoles se estimó una
afluencia de 180 mil automóviles en las calles, según datos de Tránsito
Municipal...”[3]
“Elektra niega permiso a sus trabajadores por
cuarentena.[5]
El empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego, quien
es considerado como el tercer hombre más rico del país, dueño de varios
negocios muy conocidos como TV Azteca, Total Play, Enlace, ADN 40, Elektra y
Banco Azteca, las cuales suman un total de 110 mil empleados, se ha negado
rotundamente a otorgarles facilidades a sus trabajadores para ausentarse de sus
puestos de trabajo, y poder así guardar la cuarentena que permitirá reducir la
propagación del Covid-19 en México.
Desde que empezó la fase uno de la contingencia, el
empresario hizo público en su cuenta de Twitter que la vida debe continuar, por
lo tanto, no iba a otorgar permiso de ausentarse a ninguno de sus empleados, lo
cual provocó una fuerte crítica y polémica en redes sociales, pero todo quedó
ahí…”
En fin, hay un sinnúmero de noticias en el sentido de No respetar el
quédate en casa, tanto a nivel personal, como laboral y organizacional, aún y
con el riesgo implícito del contagio y sus repercusiones (nada grave para la
mayoría, pero mortal para una minoría; incluyendo el contagiar consciente o
inconscientemente, a otros que no lo quieren), ¿qué es lo que les pasa?, ¿es esto
algo: Ilógico, irracional, irresponsable, malintencionado? o ¿es algo lógico,
racional, responsable y bienintencionado?, veamos:
Versa el refrán mexicano: “Ojos que no ven, corazón que no siente”… En
este caso el citado virus Covid19, es invisible a simple vista para el humano,
por ende, es lógico, No tener miedo de algo que no se ve y a su vez, No tomar ninguna
medida de protección (¿para qué prevenirse de algo que no se teme?) de aquí que
algunas personas No usen equipo de protección (cubrebocas, respiradores, lentes,
caretas, etc., amén de las clásicas escusas para no portarlo: molestias,
sudores, incomodidad, marcas, estética, etc.) ni tomen medidas de higiene personal
(lavado o desinfección de manos, etc).
Aunado a lo
anterior, Mary Douglas[6], apoyada en su investigación
de riesgo, señala que las personas tienen un fuerte sentido de inmunidad
subjetiva. De tal manera que se tiende a subestimar, tanto los riesgos
más probables, como los menos probables, de tal manera de que se consideran
sólo los riesgos medianamente probables. Esto con la finalidad de percibir un
mundo más seguro y sentirse cómodos en su forma de vivir. En el caso que nos
ocupa, es altamente probable el contagio de Covid, por ende, es “menospreciado”,
es decir, subjetivamente, las personas nos programamos para dejar de lado el
contagio (altamente probable) y por ello, No se use equipo de protección ni se
tomen medidas de higiene personal, ni se trate de evitar su exposición. De esta
manera se pueden explicar comportamientos, que pudieran considerarse irracionales,
ilógicos, malintencionados.
Por otro lado,
Covello y Merkhofer[7],
señalan algunos de los principales factores que influyen en la percepción
personal acerca de los riesgos: El potencial catastrófico, familiaridad, comprensión, control, exposición
voluntaria y el impacto en los niños; asimismo, también señalan factores
secundarios como: El terror, confianza institucional, medios de atención, historial
de accidentes, beneficios del riesgo, reversibilidad e intereses personales.
En
este caso tenemos ejemplos de los Factores principales:
Ø El potencial catastrófico.
La relativa
alta tasa de mortalidad de cierta parte de la población por complicaciones de
este virus, hacen que la mayoría de la población sí use de equipo y medidas de
higiene personal, así como el resguardo domiciliario.
Ø Control.
El
hecho de No tener control institucional, médico ni personal sobre el virus
covid19, hace que sea considerado un riesgo que hay que dejar de lado, a fin de
tener la inmunidad subjetiva, que refiere Mary Douglas; por ende, el No uso de
equipo ni medidas de higiene personal.
Ø exposición voluntaria.
“…
El Centro de Hermosillo es quizá la mejor muestra de que los ciudadanos han
decidido salir a realizar actividades esenciales y no esenciales. La afluencia
se nota tanto en los bancos como en el andador del Mercado Municipal…
…La
plaza del Mercado Municipal no ha dejado de tener visitantes, especialmente de
adultos mayores. Muchos de ellos señalan que no creen en el coronavirus y se
muestran renuentes a resguardarse en sus casas…”[8]
Ø El impacto en los niños.
La relativa
baja afectación a la morbi-mortalidad de niños, permite un cierto alivio en los
papás y en los gobiernos (para el retorno a clases), aunque no habríamos de
bajar la guardia y no retornar clases presenciales, hasta que se tenga control de
la situación.
Ahora
bien, en lo que Covello
y Merkhofer
señalan como factores secundarios para el comportamiento social ante el riesgo,
tenemos:
Ø El terror.
Ante
la falta de noticias derivadas de la cuarentena, los medios de comunicación se
enfocan en noticias respecto de la epidemia, incrementando la cantidad de
información al respecto, lo que finalmente acrecenta el nivel de terror o
psicosis social.
Ø Confianza institucional, historial de
accidentes e intereses personales.
Por
el contrario, políticos ignorantes, ineptos cuyo objetivo primordial es continuar su
carrera política y/o perpetuarse en el poder, presentan versiones de “números alegres”,
pero subestimados[9],
para según ellos, ser calificados muy favorablemente en su gestión… Algo tan
imbécil, como querer tapar el sol con un dedo… Resultado de esto, paradójicamente
se tiene: El aumento de la desconfianza gubernamental, la reducción de las medidas
de prevención personal y finalmente el incremento de la exposición social y el
aumento de los contagios y el incremento de los muertos.
Ø Beneficios del riesgo e intereses
personales.
En este factor
cabe una infinidad de casos y situaciones, tanto personales, como organizacionales
e institucionales, en todos los casos, privilegiando el aspecto económico sobre
el de salud o viceversa… Aquí caben todas las respuestas, en uno u otro sentido,
a la interrogante: ¿morir de hambre o morir de Covid19?.
De esta
manera, a las interrogantes arriba planteadas, tenemos que las respuestas
sociales, consideradas (i)lógicas, (ir)racionales, (mal)bienintencionadas, todas
ellas son correctas, según la apreciación o percepción personal del riesgo hacia
el Covid19.
En este
sentido, también es pertinente lo señalado por Ulrich Beck respecto de que los
riesgos son reales, cuando los humanos los perciben, viven, sienten y piensan
como reales[10];
de tal manera que, en este caso, los humanos se protegen y mantienen en cuarentena
en sus casas. Y de igual forma, los humanos que perciben, viven, sienten y
piensan el riesgo del virus Covid, como algo irreal, a ellos, “la cuarentena
les pela los dientes” y sí se contagian (o contagian a otros) y mueren, finalmente
serán ellos (y sus contagiados) quienes le pelarán los dientes a la muerte.
Mtro. Saúl Ruiz Fernández.
Mayo, 14 de 2020.
[6] Mary Douglas, La Aceptabilidad del
Riesgo Según las Ciencias Sociales. Paidós Barcelona, 1996. 57-59.
[7] Covello y
Merkhofer 1996 en INE-SEMARNAT, “Introducción
al análisis de riesgo”. Instituto Nacional de Ecología, México, 1ª edición,
2003.
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