Todos hemos visto
un espejo, el lado trasero es opaco, gris, áspero, aparentemente no tiene
ninguna función, sin embargo, precisamente ese lado sirve para que la cara frontal
haga sus múltiples funciones como recuperar espacios ausentes, ampliar espacios
reducidos, desviar energía, pero principalmente nos sirven para mirarnos, para
detectar lo bueno y lo malo de nuestra cara, de nuestro cuerpo y tratar de
resaltarlo o disimularlo, conocernos al observarnos detenidamente.
Imagen: iStock / EcoDiari.es (2018).
Del Covid-19 estamos
saturados de información, al igual que el espejo, la mayor parte de ella solo
nos deja ver la cara opuesta del espejo, la que no nos agrada. Independientemente
del problema de salud pública, así como de la depresión económica que seguramente
en pocas semanas viviremos, quisiera ocupar éste espacio para comentar la otra
cara de la pandemia, aquella que si Dios nos da sabiduría para lograrlo, permita
retomar valores sociales e individuales que hemos permitido que se alejen por
la vida apresurada que tenemos.
El “Quédate En
Casa” nos ha regresado la oportunidad de reencontrarnos como familia, tener un
nuevo diálogo, leer un libro, conversar, valorar lo importante de nuestros
familiares y amigos, darles ánimo, ser creativos, reinventarnos. Pero también
la contingencia nos reta a ejercer valores que serán fundamentales para salir
de ella como es la empatía, considerada la intención de comprender de manera
objetiva las emociones y sentimientos de otra persona, pero esto solo podemos
lograrlo si practicamos el escuchar y comprender sin prejuzgar, identificándonos,
siendo solidarios y respetuosos con el otro.
Obviamente no se
puede lograr por arte de magia, la crisis que hoy vivimos nos obliga a tener conciencia
de nuestros pensamientos y nuestros actos, de realizarlos con pleno
conocimiento de sus consecuencias, sean éstas buenas o malas y aceptarlas. Ser
consciente implica el dominio que tenemos sobre nuestra actividad mental, del
conocimiento y percepción que tengo sobre mi persona y lo que sucede en mi
entorno. Esa es la gran importancia de allegarnos de información correcta.
La emergencia del
Covid-19 también nos obliga a tener responsabilidad social, a comprometernos en
ayudarnos no solo a nosotros mismos o a nuestra familia, sino también a nuestra
comunidad, particularmente a los más vulnerables, es cierto, es una carga
adicional, pero eso son las crisis, te obligan a ser solidario para regresar a
la normalidad en el menor tiempo posible. Hacerlo es decisión personal, no hemos
tenido buenos ejemplos en estas semanas, algunas conductas o acciones no son
dignas de ser imitadas. Decidamos entonces ser ejemplo nosotros.
Para finalizar,
aparentemente el programa de “Aislamiento Social” no da los resultados
esperados, al menos las autoridades lo exponen diariamente. Con anterioridad he
manifestado que los programas deben de tratar de ser acordes a la idiosincrasia
y cultura de la comunidad donde se aplican, aislamiento social implica un
desapego, la mayoría de los mexicanos no somos así, creo que lo correcto
hubiera sido “distanciamiento físico”, su sana distancia pues.
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