Por Henry A. Peralta
Ing. Civil. Magister en Educación
El 25 de enero de 1999
a la 1:19 pm ocurrió el terremoto del Eje Cafetero, un sismo de 6.2 grados en
la escala de Richter. 28 segundos bastaron para que la vida de miles de
personas en Colombia cambiara para siempre, entre ellas la mía. Los efectos de este fenómeno dejaron como
consecuencia miles de damnificados, centenares muertos y un territorio
devastado. Por aquella época me encontraba en tercer semestre de la carrera de
Ingeniería civil en la Universidad del Valle y este acontecimiento motivó que a
partir de entonces enfocara mis energías en comprender las causas de tal nivel
de afectación.
Un mes después del
terremoto del eje cafetero, estaba con mis compañeros del curso de geología
para ingenieros, rumbo a la zona epicentral del terremoto localizada en el
municipio de Córdoba, departamento del Quindío. Durante este recorrido pude
ver, sentir y percibir, en carne propia, la destrucción de decenas de
viviendas, edificios públicos, vías, sistemas de acueductos y el sufrimiento
humano. No como resultado de la dinámica natural propia del territorio, del
terremoto en sí, sino de la vulnerabilidad de los elementos expuestos y
afectados por la ausencia de planificación y control territorial. Fui consciente por primera vez que la labor
como futuro profesional estaba ligada a nuevas formas de desarrollar operativa
y pedagógicamente la gestión del riesgo, entender la vulnerabilidad y su
reducción. Convencido de ello, a partir de ese momento la vulnerabilidad se
convirtió en mi objeto de estudio y de investigación. Había encontrado la
manera de conciliar mi interés en los aspectos sociales y los técnicos.
Al
regreso del viaje, con el grupo de estudiantes del Centro de Estudios de
Ingeniería Civil de la Universidad organizamos el que denominamos el “Primer
Seminario en Ingeniería Civil: Nuestro Compromiso al Siglo XXI. ¿Qué paso en el eje cafetero”? A este evento
asistieron más de 300 participantes y 10 expertos en los temas de sismología,
la ingeniería sísmica y geología, fue el espacio propicio para compartir
aprendizajes. A escala nacional, las lecciones dejadas por el terremoto del Eje
Cafetero permitieron mejorar el código sísmico colombiano.
De manera generosa,
encontré siendo aún estudiante, en el grupo de investigación OSSO- Observatorio
sismológico del Suroccidente, el ambiente intelectual propicio para formarme
como investigador. Allí tuve la oportunidad de trabajar con algunos de los
mejores expertos que tiene Colombia en gestión del riesgo de desastres, Andrés Velásquez,
Hans Meyer y Jorge Mendoza. En medio de un ambiente dinámico donde el conocimiento
científico se ponía de manera permanente al servicio de la sociedad.
Entre 1999 y 2013 hice
parte de esta gran escuela de pensamiento, el OSSO, el cual era miembro
fundador de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América
Latina – La RED y Premio Mundial Sasakawa de la ONU en Prevención de Desastres
en 1997. Este fue el escenario ideal para aprovechar la
oportunidad de descubrir, crear y recrear la gestión del riesgo de desastres.
Las publicaciones de La
Red complementaron y fundamentaron lo que serían las bases conceptuales
personales sobre la gestión del riesgo de desastres. Además del libro “Herramientas para
la crisis: desastres, ecologismo y formación profesional” del maestro Wilches Chaux, cuya lectura me abrió la ‘puerta
conceptual’ al mundo de la vulnerabilidad global.
Son dos décadas de un
aprendizaje maravilloso, de descubrimientos continuos, de aprender haciendo, de
oportunidades para innovar y crear, de asumir grandes retos y compromisos, de
cientos de horas de reflexión, así mismo de labor operativa, de recorridos de
campo, de participación en eventos académicos, de enfrentarse con la escritura,
de compartir y conocer experiencias con otros, de recorrer el mundo palpando el
riesgo pero también la resiliencia en todos ellos; de ir de lo local a lo
global y viceversa.
Una
de las primeras labores que se me encomendó en el OSSO fue la participación Manejo de una base de datos geotécnica para
la microzonificación geotécnica de Cali’. Entre 2001 y 2002, realicé mi proyecto
de grado denominado: ‘Escenarios de
vulnerabilidad y de daño sísmico de las edificaciones de mampostería de uno y
dos pisos en el barrio San Antonio – Cali- Colombia’, dirigido por el Profesor
Velásquez.
Posteriormente
me enfrentaría, ahora como profesional en ingeniería civil, al desarrollo de un
trabajo en el Litoral Pacífico Colombiano, al sur de Colombia. Se trató del
desarrollo del ‘Estudio de Vulnerabilidad
Física por Terremoto y sus Fenómenos Asociados en Poblaciones del Litoral de
Nariño’. Por tierra, mar y aire recorrimos este territorio majestuoso y
vulnerable, entre grandes extensiones de manglares y poblaciones olvidadas
expuestas al impacto directo del Tsunami.
Despertó, el sismo del
15 de noviembre de 2004 en horas de la madrugada, a los habitantes de la ciudad
de Cali y entre luces sísmicas de múltiples colores provenientes del pacífico
colombiano (donde se libera más del 80% de la energía sísmica del país), el
inesperado movimiento con efectos en edificios altos y las principales clínicas
de la ciudad develó, que la vulnerabilidad sísmica no tiene condición
económica, debido a que se vieron comprometidas edificaciones habitadas por
población de estratos medios a altos. Esta situación permitió recorrer una
ciudad, ahora la que he morado por años, con daños sísmicos. En ese momento se
participó en el desarrollo de un estudio para evaluar los efectos del sismo de
Pizarro - Chocó y construcción de mapa de intensidades sísmicas regional que
afectó a la ciudad de Cali.
Entre 2004 y 2005, de regreso a la ciudad de Tumaco,
la población más importante del litoral de Nariño en el pacífico colombiano, trabajé en el
marco del Proyecto de Socialización del Plan Local de Emergencia, por sismo,
licuación y Tsunami de San Andrés de Tumaco
como parte del grupo OSSO. Es así como con el liderazgo del Profesor Hans
Meyer, se inició la Producción y
socialización del Texto Educativo: “Nosotros, Tumaco y el Medio Ambiente
– Un texto para reconocer el sitio en que
vivimos”.
En 2006 como becario del programa
de Especialización en Reducción del Riesgo de Desastres en el Marco del
Desarrollo Local Sostenible, del Programa Delnet del Centro Internacional de
Formación de la OIT en Turín Italia, logré apropiarme del concepto de riesgo y
desarrollo como temas de una misma agenda, que me llevaría a volverme un
estudioso de la temática y a proponer formas de comprender su relación. Esta
experiencia me proporcionó los elementos necesarios para adquirir una forma de
ver, entender y aplicar la reducción del riesgo desde un enfoque sistémico. Comprendí
que no es posible reducir el riesgo de desastres, si este no contribuye al
desarrollo sostenible, y que el desarrollo mal planificado genera riesgo de
desastres, es decir que riesgo y desarrollo son temas de una misma agenda.
El 2007 la erupción del
volcán nevado del Huila marcaría otro hito de cambio en el quehacer
profesional. El trabajo con comunidades indígenas Nasa, como parte del grupo
OSSO, permitió conocer nuevas realidades, y una forma de ver, sentir y percibir
el riesgo de desastres desde una perspectiva social de equidad. Valorar el
conocimiento ancestral y popular en el proceso de la evaluación del riesgo de
desastres, fue el gran aprendizaje, así como la cartografía social aplicada de
la mano con el profesor Guillermo Santamaría del Equipo Territorio Naturaleza
Nasa y Jorge Mendoza fundador del OSSO.
En 2008, realice la primera
“misión” internacional en representación de OIT con el programa DELNET de
manera voluntaria, hacia la ciudad de Trujillo en el norte de Perú. Fue el primer
contacto con la América latina, en la promoción de un tema importante, la
reducción del riesgo de desastres, desde un enfoque integral y sistémico. El
Profesor Lincoln Alayo Bernal de SOS vidas Perú y Zonia Reyes de la Universidad
Nacional de Trujillo fueron los anfitriones.
Desde el 2010 como parte del grupo de tutores del DELNET, desde el ámbito virtual y presencial en Turín Italia hemos logrado llevar un mensaje claro a decenas de participantes que han pasado por las aulas del Centro Internacional de Formación de la OIT, al lado del río Po. En este escenario maravilloso he podido compartir con estudiantes de América latina y el caribe, así como de países africanos de habla portuguesa.
El volcán Galeras,
localizado en la ciudad de Pasto en el departamento de Nariño, sería el nuevo
reto. La evaluación de la vulnerabilidad física y funcional a fenómenos
volcánicos en el área de influencia del Volcán Galeras, dejo las nuevas
enseñanzas y aprendizajes. Siete municipios alrededor del volcán, acompañado
por un gran equipo técnico y de trabajo como parte del grupo OSSO, permitieron
evaluar la vulnerabilidad física de uno de los complejos volcánicos más
importantes del país y dejar importantes aportes en el conocimiento del riesgo
de desastre.
En el año 2009 tuve la
oportunidad de participar como parte del grupo OSSO, en la Formulación de los
lineamientos de política que guiarán la gestión del riesgo en el país, a partir
de la elaboración de un marco conceptual y la realización de un diagnóstico de
la normatividad que rige el SNPAD, involucrando procesos participativos de las
diferentes entidades del Sistema, que se constituyeron en la base de la Ley
1523 de 2012 que hoy rige la gestión del riesgo de desastres del país.
El fenómeno de la niña
entre 2010 y 2011, permitió acompañar nuevos procesos de generación de
conocimiento para gestión del riesgo de desastres. Como parte del grupo OSSO pude
participar en la elaboración del estudio del Banco Mundial, Análisis de la
Gestión del Riesgo en Colombia.
La ciudad de Cali, sería el
escenario en 2012, del inicio de la culminación de un proceso de formación como
“vulnerólogo” en el OSSO y el inicio de una nueva etapa profesional como
consultor independiente, que como telón de fondo tuvo como base la coordinación
técnica del estudio de apoyo y complementación técnica local al equipo holandés
para la construcción de conocimientos sobre las condiciones de riesgo por inundación
de la zona del Jarillón de Aguablanca en el municipio de Santiago de Cali.
Siendo este mi último proyecto en OSSO, solo tengo más que agradecimiento por
dejarme hacer el OSSO durante 14 años
Fue entonces cuando en 2013,
recibo el nombramiento honorifico desde Ginebra - Suiza como Promotor de la
Campaña Mundial Desarrollando Ciudades Resilientes: Mi ciudad se está
preparando ¡de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo
de Desastres – UNISDR, para Colombia. Cargo voluntario que asumí entre el año
2013 y 2016.
Inicie un proceso de
“evangelizar en resiliencia” en cada uno de los espacios académicos, técnicos y
comunitarios en los que tenía oportunidad de participar. Llevar las buenas nuevas
del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, tanto en
Colombia como en varios países de américa latina. Transitar de la
vulnerabilidad a la resiliencia ha sido un gran aprendizaje personal. Desde el 2016 liderando procesos de formación
en reducción del riesgo de desastres para el sector empresarial, apoyando en
gran porcentaje del tiempo, de manera voluntaria, a la Oficina de Naciones
Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres de las Américas y el Caribe –
UNDRR. México ha sido mi segunda patria, en el cual he encontrado personas maravillosas,
comprometidas con la reducción del riesgo de desastres y la Protección Civil, que hacen parte la gran mayoría de
organizaciones de la Sociedad Civil, empresas y organizaciones empresariales
como INCIDE, ASHEPROC, PREVIDERE, ARISE MX, EPICENTRO RADIO, SEGISO, entre
otras;
Desde el 2013 hasta hoy
2019, cada día ha sido dedicado a promover la resiliencia, con gobiernos
locales, comunidades, sector privado y academia principalmente. Aunque no ha
sido un trabajo fácil, estoy feliz con los resultados logrados. Todos estos
aprendizajes están contenidos en tres libros, el primero denominado Territorios
Resilientes: una guía para el conocimiento y la Reducción del riesgo de
desastres en Colombia (2013), en coautoría con Fernando Enciso de la Federación
Colombiana de Municipios y Mi colega y contertulia Amparo Velásquez y con la
que escribí en 2017 el libro Resiliencia la clave del nuevo liderazgo del siglo
XXI, y en 2019 acompañados con otra colega Diana Saavedra, escribí el libro
Negocios Resilientes: El reto de los líderes empresariales que se atreven a
cambiar y a dar el salto. Sus contenidos son una provocación para motivar la
reflexión sobre lo que es la resiliencia en su significado y significantes. Estos
tres libros plantean una postura crítica, pero a la vez propositiva de lo que
debería ser la noción, la utilidad y la práctica de la resiliencia, a nivel
territorial, individual y en los negocios.
Los procesos más enriquecedores
de llevar la palabra de la resiliencia, ha sido el de compartir con mis
estudiantes de diversos cursos, diplomados, especializaciones en gestión del
riesgo de desastres, realizados tanto a nivel nacional como internacional, de
los cuales el logrado obtener múltiples enseñanzas y aprendizajes, desde una
relación dialógica entre educador – educando, educando – educador.
Dos décadas después
los nuevos repertorios tecnológicos, como el internet, que han roto las
barreras físicas, y nos conectan de manera virtual con el mundo, me han
permitido llegar a miles de personas con el mensaje de la resiliencia, a través
de Facebook y una iniciativa de comunicación única en el mundo, como es
Epicentro Radio del cual hago parte, que nació hace cuatro años en México y
cuyo propósito ha sido divulgar la gestión del riesgo de desastres y la
protección civil.
Ya
en el 2020, tengo mi propio emprendimiento. Como CEO y fundador de Soluciones Resilientes, una
floreciente empresa, innovadora y creativa en gestión del conocimiento para la
reducción del riesgo de desastres y resiliencia organizacional creada en el año
2014, nuestro trabajo fue galardonado en 2018, con el Premio
Ramazzini & Carvalho, en la categoría de mejor iniciativa privada, uno de
los máximos distintivos de la Asociación de Seguridad Higiene y Protección Civil
A.C. ASEHPROC de México al desempeño logrado, en todas o una de las disciplinas
relacionadas con la Seguridad, y Salud en el Trabajo, la Protección Civil y la
Gestión Integral de Riesgos de Desastres.
Y
como bien dice el viejo y conocido refrán que: “nadie es profeta en su tierra”, deseamos seguir aportando al
conocimiento del riesgo de desastres, consciente de los nuevos retos que hay por delante para los próximos veinte
años, desde Colombia para el mundo.
Han sido muchas las
personas y organizaciones que sería muy extenso de citar. Todas y cada una de
ellas han sido parte de mi proceso de crecimiento en mi vida profesional, por
lo que en mi corazón solo hay gratitud.
Excelente trayectoria primo, transitada con amor, sacrificio, entrega y pasión por lo que haces y sobretodo con una responsabilidad incomparable contigo mismo y con la sociedad.Felicitaciones. Dios te bendiga.
ResponderEliminar