LA PERCEPCIÓN INDOLENTE DEL RIESGO

Desde la aparición de las redes sociales se magnifica aún más la indolencia que tenemos ante tragedias que suceden a nuestros semejantes; con ello no quiero decir que no hayan existido antes; simplemente ahora se agudizan.

Pudiéramos echarle la culpa 100% a este fenómeno, pero no es así, ya que como dicen que dijo Einstein (porque no me consta que lo haya dicho, ya que fuera de memes, no se ve en alguna publicación seria tal afirmación) y es que asegura que existe algo que es infinito y no, no es el Universo, y de ser cierta la frase, en su época no existían las redes sociales.

¿Acaso no hemos visto videos de personas que están en la parte superior de algún edificio a punto de suicidarse en donde se oyen las voces diciendo “ya le dio miedo, no se va a tirar”? como si estuvieran viendo un video juego sin darse cuenta que lo que está a punto de extinguirse es una vida.

Hace poco más de un año hice, y hoy repito, un análisis de las tendencia de búsqueda de imágenes en google y vimos que el tema de la gestión de riesgo sólo se hace notable durante el suceso y sólo unos días después para desvanecerse por completo, hasta que se presente alguna nota relativa o se conmemora el aniversario de la tragedia.

No sucede así con la búsqueda de las palabras “futbol” o “sexo” que se mantienen de manera constante a un valor de interés bastante considerable durante todo el año. Las gráficas nos ofrecen mayores datos a interpretar  a discreción.  

Hemos visto también que al tener una red social y un smarthphone en mano, nos convertimos en reporteros ciudadanos, que preferimos captar el momento y subirlo a la red que hacer algo por la persona afectada, como por ejemplo marcar el 9-1-1 y lo peor aún, a veces los mismos miembros de los cuerpos de emergencia difunden mensajes, fotografías o “selfies” de siniestros, a veces demasiado explícitas, y con algún comentario adicional como “aquí en el jale”  para que la gente haga escarnio de la situación.

 

O vemos pilotos o aeromozas haciendo comentarios absurdos o denigrantes sobre situaciones diversas, que más que mofa son amenazas y que al rato tienen que salir a disculparse por su torpeza al creerse la gran mentira de que sin el uniforme, fuera del horario de trabajo y en su celular personal “puede hacer y decir lo que se quiera”.

O incluso, como dice la siguiente nota del estado de Guerrero, el desinterés mostrado por los burócratas, que dudo haya sido solamente en esa entidad      https://replicaguerrero.com/2019/09/19/exhiben-burocratas-desinteres-en-macro-simulacro-de-sismo/

Hasta aquí, pudiéramos culpar a la sociedad, a la falta de civismo, al desconocimiento pleno de las consecuencias de ciertas acciones, es decir, una ignorancia de la gestión integral de riesgo y de la que mucho, muchos nos jactamos de poseer ese conocimiento.

Hace unos años, era común ver esas situaciones entre el pueblo de México, justificando que el pueblo se ríe de sus desgracias, como Posadas con sus carteles se burlaba de la muerte; lo vimos con San Juanico y el sismo de 1985, chistes, bromas y hasta canciones de Chico Ché; pero ¿la percepción cambió?.

Mucho ha sucedido desde 1985 para acá, con el tema de derecho humano, bullying, el respeto, la tolerancia y muchas cosas más; y fue evidente en octubre de 2011 donde el escarnio de las redes se volvió contra el autor de una infortunada mofa y tuvo que disculparse también públicamente.

Por otro lado, vemos la indolencia de las autoridades de todos los niveles de gobierno al conmemorar los desastres del 19 de septiembre, pero de que sirve si los otros 364 días se mantienen, en muchos de los casos y poco me falta para decir que todos, opacos e inertes, esmerándose y logrando hacer inoperantes las áreas de prevención en materia de protección civil, por la falta de recursos, la corrupción o la simple indolencia; porque obviamente es más políticamente emotiva la foto de andar con el pantalón remangado recorriendo albergues o repartiendo alguna despensa, en el entendimiento general de las autoridades que la protección civil es solamente la atención de la emergencia o apoyar damnificados (durante las dos semanas posteriores que sigue en medios la noticia), ejemplo claro de esto es que por cada peso invertido en FOPREDEN se invierten 34 en el FONDEN.

Pero una cosa es la indolencia y otra la insolencia, ya que una cosa puede no dolernos o impresionarnos, y si a veces, sobre todo en ciertos cargos, se requiere de cierto temple para poder enfrentar las cosas, gestionar los riesgos y tomar las decisiones con la cabeza fría; pero es muy distinto a burlarse de la situación, de la ignorancia de los temas o de quienes perecieron ante esas situaciones.

Por lo que considero una insolencia mayúscula a quienes se dicen ser expertos y difunden la protección civil, atienden de emergencias y gestionan el riesgo, donde es su mismo conocimiento el verdugo que los hace pasar de la indolencia a la insolencia.

Queremos hacer cultura con la sociedad, queremos hacer cultura con los políticos y funcionarios, queremos que tomen en serio lo que hacemos, empecemos pues a tomarnos nosotros en serio y más si creemos o queremos ser “influencers de la protección civil”

Olvidemos el “lo que comentaré es a título personal” mucho menos cuando portamos cargos, sobre todo de función pública o decidiste por alguna razón, propia u obligado por las circunstancias, a dedicarte a esta noble actividad, que bien manejada, entendida y difundida, puede y debe de salvar vidas. Las personas esperan mucho más de nosotros y predicar con el ejemplo siempre será la mejor enseñanza.