SEGURIDAD
HÍDRICA
Una vez terminada la
temporada de estiaje, en que hubo consecuencias graves por los incendios
forestales en nuestro país, es importante plantear la urgente necesidad que
tenemos de cuidar los recursos hídricos en México. Los incendios forestales
también responden a periodos de sequía intensos, al aumento considerable de
temperaturas y a los cambios que, negligentemente, hace el ser humano en
ecosistemas y microclimas.
Según la UNESCO, “las
actividades humanas han roto los regímenes hidrológicos y ecológicos naturales.
De hecho, los desafíos sociales y ambientales relacionados con cuestiones del
agua son en muchos casos sorprendentes. Más específicamente, el número de
fatalidades y daños económicos causados por desastres relacionados con el agua,
tales como inundaciones, sequías, derrumbes y hundimientos, se ha incrementado
de forma dramática a nivel mundial, en gran parte como resultado del
crecimiento de la población en zonas vulnerables a desastres relacionados con
el agua.
La fuerza global más
importante que podría cambiar significativamente los riesgos relacionados con
el agua en el futuro cercano es el crecimiento poblacional y sus dinámicas
espacio-temporales”. Además, los cambios en el uso del suelo, la urbanización,
los patrones de migración, las cuestiones relacionadas con la energía y la producción
de alimentos, son resultantes del cambio poblacional y el desarrollo económico.
Aunado a ello, es muy probable que el cambio y la variabilidad climáticos
agraven los riesgos al agregar mayor incertidumbre.
El manejo y la conservación
de los recursos hídricos se han convertido en un elemento crucial para lograr
el desarrollo sostenible. En este contexto, el concepto de Seguridad Hídrica es
reconocido como un objetivo estratégico internacional, al valorar que el agua
es clave para la salud humana y de los ecosistemas, imprescindible para la
producción de bienes y servicios, así como un elemento de riesgo por sus ciclos
de abundancia y sequía. Además, el agua impacta en temas prioritarios de la
agenda pública, como la seguridad alimentaria, la salud, los derechos humanos y
la economía, entre otros.
La Seguridad Hídrica es un
concepto que se convirtió en una importante orientación estratégica para la
gestión del agua, especialmente después de septiembre del 2001, cuando la
protección de los sistemas de abastecimiento se consideraron como un asunto de
Seguridad Nacional y se fortaleció la constante búsqueda de propuestas para
resolver los retos impuestos por el crecimiento de población, el crecimiento
económico y la contaminación del recurso.
Existen múltiples
interpretaciones y puede ser entendida como “la capacidad de una población para
salvaguardar a nivel de cuenca el acceso al agua en cantidades adecuadas con la
calidad apropiada para sostener la salud de la gente y de los ecosistemas, así
como para asegurar la protección eficaz de vidas y bienes durante desastres
hídricos (inundaciones, deslizamientos y hundimientos de terreno y sequías)”.
En ese sentido y
considerando otras definiciones, se puede identificar que la Seguridad Hídrica
promueve atender tres elementos:
a) garantizar agua de
calidad para el uso humano y para el ambiente;
b) manejar los riesgos
asociados al recurso hídrico; y
c) el desarrollo de
capacidades humanas e institucionales.
En México, existen
importantes retos que vencer, pues existe un diagnóstico ampliamente
consensuado en el que se reconoce que el número de acuíferos sobrexplotados ha
aumentado considerablemente en los últimos treinta años y la calidad de las
aguas superficiales y subterráneas se ha deteriorado. Existen avances en la
universalización de los servicios de agua potable y saneamiento; sin embargo,
millones de personas continúan sin gozar de ellos, ya que aún persisten
problemas relacionados con la calidad y continuidad del servicio. Adicionalmente,
cientos de localidades en México están expuestas a sequías e inundaciones,
cuyas intensidades pueden aumentar debido al cambio climático y a los niveles
de vulnerabilidad que se presentan en los núcleos sociales.
Así bien, podemos establecer
que la carencia de agua es tan peligrosa como el exceso de ella. Es decir, la
falta de agua pone en riesgo la salud, la economía y puede ser tan grave que
hasta ponga en riesgo la gobernabilidad; por su parte, el exceso de agua puede
implicar desastres por el reblandecimiento de tierras, acumulación de agua,
inundaciones, etc.; por esta razón, y en consonancia con la resilienca, debe
existir una Gestión del Recurso Hídrico, marcado por una Agenda emanada de los
aspectos de la Seguridad Hídrica, tendiente a reducir, mitigar o transferir el
riesgo que el agua genera, ya sea por su falta o, bien por su exceso.
Principios de Gestión
Integrada de Recursos Hídricos:
1. El
agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida,
el desarrollo y el medio ambiente.
2. El
aprovechamiento de la gestión del agua debe inspirarse en un planteamiento
basado en la participación de los usuarios, los planificadores y los
responsables de las decisiones a todos los niveles.
3. La mujer desempeña un papel fundamental en
el abastecimiento, la gestión y la protección del agua.
4. El agua tiene un valor económico en todos sus
diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como
un bien económico.
Mtro. César Orlando Flores
Sánchez.
Estamos en grave riesgo por la fuerte contaminación que hemos generado es triste pero cierto
ResponderEliminarFalta o exceso, todos tenemos que poner de nuestra parta para minimizar los impactos al ambiente y cuidar esos limitados recursos.
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