LA GESTIÓN INTEGRAL DEL
RIESGO DE DESASTRE EN LA AGENDA NACIONAL
Sabemos que la Gestión Integral del Riesgo de Desastres es un
proceso cuyo fin último es la prevención, la reducción y el control permanente
de los factores de riesgo de desastre en una sociedad; así como también la
adecuada preparación y respuesta ante situaciones de desastre, considerando las
políticas nacionales, con un énfasis especial en aquellas relacionadas en
materia económica, ambiental, de seguridad y defensa nacional y territorial, de
manera sustentable.
Sin embargo, es sumamente válido preguntarnos por qué los
gobiernos nacionales ponen más atención a la respuesta y no a la Reducción del
Riesgo de Desastre. Si bien la respuesta en caso de desastre es importante, no
se atienden las causas de las pérdidas que provoca dicho desastre. Estas causas
se originan en la interacción entre los asentamientos humanos y el medio
ambiente natural. Los eventos naturales reiterados se transforman en desastres porque
existen poblaciones que se encuentran asentadas en la ruta natural de un
fenómeno, con estructuras incorrectamente preparadas para soportar los peligros
que infiere la propia naturaleza, en zonas de alta vulnerabilidad, entre otros muchos
factores.
Las políticas formuladas para atender desastres deben cubrir
una amplia variedad de aspectos con el fin de proteger a las personas y a sus
bienes. En los países en vías de desarrollo, estos aspectos deben vincularse
con una red de políticas referidas al desarrollo económico. La mayor protección
frente a los desastres es un país económicamente viable con instituciones
sólidas. De la misma forma en que reducir la pobreza exige una extensa variedad
de políticas que afectan a la sociedad y al gobierno, reducir la frecuencia de
los desastres exige un análisis extenso que refleje las causas de la
vulnerabilidad de una sociedad ante tales desastres.
No solamente se debe articular una estrategia integral, sino
que también se debe construir una voluntad política y económica que apoye estas
nuevas políticas y concientizar a los integrantes de la Administración Pública
de los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal.
Según Paul K. Freeman, Leslie A. Martin, Joanne
Linnerooth-Bayer, Koko Warner y George Pflug, en Estrategias Financieras para la Reconstrucción en Caso de Desastres
Naturales (sic). “Un sistema nacional para hacer frente a los desastres
está compuesto por la interacción de las instituciones, los mecanismos
financieros, las normas y las políticas que configuran la forma de abordar la
gestión del riesgo de desastres de un país. Esa interacción puede ser formal o
informal. Comúnmente se cree que para que un sistema nacional para hacer frente
a los desastres sea integral, los gobiernos nacionales deben participar
activamente en la creación y puesta en práctica de un sistema formal”.
Es decir, el concepto de la Gestión del Riesgo de Desastre es
la perspectiva de los desastres acorde con el desarrollo sostenible, y abarca
desde la actividad productiva y planificadora hasta la reconstrucción superando
la vulnerabilidad pre-existente y aumentando la capacidad organizativa social e
institucional. Sin embargo, debe entenderse también que las acciones de Gestión
de Riesgos son una actividad compleja que requiere la participación de todo el
Estado y la Sociedad Civil. No son el trabajo particular de un organismo de
prevención y atención de emergencias, puesto que se hace énfasis en el impacto
negativo de un fenómeno.
La geografía de un país predetermina la ocurrencia de eventos
recurrentes, como el caso del impacto de fenómenos hidrometeorológicos y/o
geológicos. Pero a la vez, las acciones sobre el ambiente profundizan la
vulnerabilidad de los asentamientos humanos.
La gestión del riesgo debe empezar por impulsar una
interacción armoniosa con las condiciones ambientales lo que implica la evaluación cuidadosa de los
principales procesos creadores de vulnerabilidad.
Un Sistema Nacional de Gestión del Riesgo, no debe ser
únicamente reactivo, debe impulsar actividades preventivas y de mitigación de
manera permanente, no sólo de manera previa a la temporada de huracanes, por
ejemplo, pues habrá ocasiones en que se requiera realizar obras para la
mitigación que tome un tiempo considerable.
Ahora bien, la Reducción del Riesgo de Desastre se entiende
como un concepto estratégico que lleva a la reducción de pérdida de vidas y
propiedades, así como de los estragos sociales y económicos por causa de la materialización de un riesgo,
ya sea de carácter natural o antropogénico.
La incorporación de estos dos conceptos en la Agenda
Nacional, podrá coadyuvar a mitigar la desaceleración (o retroceso, en su caso)
del desarrollo de una determinada región, ya sea doméstica o internacional,
ante la ocurrencia de un desastre.
· *Aprovecho
la ocasión para felicitar y agradecer a Jesús Ernesto Duque Padilla por la
publicación de su obra “Tecnología Cívica para una cultura de Prevención de
Desastres”, altamente recomendable.
César Orlando Flores Sánchez.
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