A PROPÓSITO
DE LOS SISMOS RECIENTES Y EL SONIDO DE LA ALERTA SÍSMICA
Con motivo de los sismos
recientes y la activación del Sistema de Alerta Sísmica, en días pasados estuve
leyendo a través de redes sociales y notas periodísticas una serie de
comentarios y opiniones sobre cambiar el sonido de la alerta sísmica.
Las opiniones fueron muy
diversas y encontradas, incluso, con el característico ingenio de los
mexicanos, circularon infinidad de chistes y “memes” al respecto, que debo mencionar,
varios de ellos provocaron mas que una sonrisa en mí.
Fue entonces que pensé escribir
sobre este tema y llegar a algunas conclusiones sobre la alerta sísmica y lo
que debería ser la respuesta de la sociedad al escucharla. Pero antes comentaré
algunos antecedentes de la alerta y el sonido que todos conocemos.
Uno de los primeros
antecedentes que dieron origen al Sistema de Alerta Sísmica tuvieron lugar después
de los sismos de 1985. Un grupo de especialistas de diferentes áreas del conocimiento
de México y Estados Unidos publicaron en 1986 el informe “Investigación para aprender
de los Sismos de Septiembre de 1985”[1].
El estudio concluye mencionando
la importancia de comprender el fenómeno sísmico, sus características y el
impacto que puede tener en una sociedad y su infraestructura, así como medidas
de prevención ante futuros sismos. A lo largo del documento, hacen una larga
lista de recomendaciones, dentro de las cuales se encuentran: “la instalación de equipos de registro sísmico
(acelerógrafos) y llevar a cabo un Estudio
de la factibilidad social y técnica de un sistema de alerta para la ciudad de México,
utilizando, por ejemplo”
A partir de esa fecha cobró
auge la instrumentación sísmica en México y el desarrollo del Sistema de Alerta
por parte del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). De la mano
de los aspectos técnicos, se llevaron a cabo una serie de investigaciones,
foros y seminarios para determinar las características que debería tener el
sistema y buscar las mejores estrategias para determinar los usuarios a los que
se les haría llegar la señal de la alerta y la forma de comunicar esas alertas
ante la presencia de un sismo con potencial destructivo.
Uno de los foros con mayores
aportaciones para determinar la operación del Sistema fue el seminario “Aprovechamiento del Sistema de Alerta
Sísmica” en enero de 1992. Entre sus conclusiones se mencionan las
siguientes que voy a transcribir a continuación:
- “El que va a recibir la señal debe tener un entrenamiento previo para saber qué hacer dependiendo del lugar donde vive o se encuentra. El entrenamiento debe ser lo suficientemente claro como para indicar que en ciertas ocasiones es mejor salir a la calle, en otras protegerse bajo un escritorio o contra una columna, etc. Debe crearse un entrenamiento específico para escuelas, teatros y demás lugares públicos.”
- “Debe ser una señal redundante y diferente. Puede ser sonora, luminosa e incluso alguna grabación. Adicionalmente debería diferenciarse el tono de la señal de acuerdo a la magnitud probable del sismo. También los sistemas de información, la radio, la televisión deberían participar en la señal de alerta.”
- “Los simulacros también pueden contribuir a esta preparación y las falsas alarmas pueden utilizarse para este propósito. En resumen, la cultura sísmica debe estar basada en el conocimiento, en la confianza y en la coherencia de las acciones, pero hay que tener en cuenta que adquirirla puede requerir un plazo muy largo pues los prejuicios y la falta de memoria histórica hace lento y difícil todo este proceso.”
- “La activación de la señal de alerta debe marcar el inicio de la puesta en práctica de un programa de procedimiento de seguridad sólidamente formulado y probado”
Así en 1993, por una decisión
política, se hizo pública la Alerta Sísmica de la Ciudad de México para sismos
ocurridos en la Costa de Guerrero, y que como todos sabemos, se ha ido ampliando
su cobertura hacia otras zonas sísmicas.
Fuente: CIRES
Respecto al sonido de la
alerta, el CIRES menciona que, debido a la necesidad de buscar un sonido único e
inconfundible con otros utilizados en emergencias, se reunieron autoridades del
Departamento del Distrito Federal, ingenieros de audio, comunicadores de la
Asociación de Radiodifusores del DF y personal del CIRES.
Tomando en consideración las
recomendaciones, se sintetizó un sonido de sirena particular con tono grave
para lograr un mayor alcance, adicionando una voz que anunciara: ¡Alerta
Sísmica!
Como dato cultural, la voz de la alerta sísmica es de Manuel de la Llata García, actor de doblaje que ha interpretado, entre otras, la voz de Clark Kent en la película Superman: The Movie (1978) y la voz de Hans Solo en la primera película de la Guerra de las Galaxias”[2]
25 años han pasado desde aquel
entonces y me pregunto si realmente estamos preparados como sociedad para
responder adecuadamente ante las alertas y si es verdad que ya existe “una
cultura de la prevención”. ¡Con toda
certeza, mi respuesta es No!
Y justamente esta discusión
sobre si se debe cambiar el sonido de la alerta o no, demuestra que no estamos
preparados. Es sorprendente la cantidad
de opiniones y reacciones en las redes sociales, hasta "memes" hubo y sugerencias para cambiar el sonido por canciones como el “Pasito Perrón, Cumbias y hasta sugerían en tono
sarcástico que alguna sinfonía de Beethoven. A continuación, algunos ejemplos:
El 23 septiembre de 2017 una persona lanzó una petición en
el sitio change.org para que se cambiara el sonido de alerta sísmica:
Fuente: change.org
Posteriormente hubo otra
petición el 19 de febrero de 2018 para cambiar el sonido, que hasta el día de
hoy a las 21:45, había alcanzado 472 firmas.
Fuente: change.org
En
respuesta a la petición anterior, el 20 de febrero de 2018 hubo otra para no
cambiar el sonido de la alerta sísmica:
Fuente: change.org
Asimismo, en el periódico
Excelsior encontré una columna periodística publicada 27 de septiembre de 2017[3], cuyo título es “El terrible Sonido de la Alerta Sísmica”.
En ella, el autor, Emilio Vallesvidrio escribe lo siguiente:
“El puro sonido es aterrador, flagelante, tan punzante que hace que
nuestro cerebro lo relacione de inmediato con un instinto de sobrevivencia y un
peligro de muerte. Sólo oírla se vuelve una carga emocional que por instantes
nos congela, y peor aún, en esta histeria colectiva la imaginamos escuchar en
un claxon, en una alarma de auto y en cualquier ruido extraño a nuestro entorno”.
Por
otro lado, resulta inverosímil que algunas personas hayan usado el sonido de la
alerta sísmica para bromear y espantar.
Según la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal, las multas por este
tipo de actos que constituyan falsas alarmas o que puedan producir temor o
pánicos colectivos están penados con multas de 21 a 30 veces la Unidad de
Cuenta de la Ciudad de México o arresto de 25 a 36 horas.
A
raíz de los sismos de septiembre pasado que ocasionaron la muerte de muchas
personas y los sismos recientes en febrero, es entendible que mucha gente se ponga
nerviosa y se hayan incrementado las crisis nerviosas e inclusive alteraciones psicológicas. De acuerdo con varios medios[4] la
activación de la alerta sísmica del sismo del 23 de septiembre de 2017 de
magnitud 6.1 y que activó la alera sísmica, provocó la muerte de dos personas
por infarto.
Desde mi punto de vista, el
problema no radica en el sonido de la alerta sino lo que significa para las
personas. Cualquiera que sea el sonido, la gente tiende a relacionarlo equivocadamente
con los efectos que pueden tener los sismos y las experiencias previas vividas.
Como dice Alfredo Monterrosas de IIDEAR, deberíamos entenderlo como una
oportunidad de vida, no como sinónimo de muerte.
Mientras la población no esté consciente,
reduzca sus riesgos y esté preparada para actuar de una manera adecuada y
responsable cualquier sonido que tenga la alerta sísmica provocará que sigan entrando
en pánico. La activación de la alerta debe marcar el inicio de la puesta en práctica
de procedimientos de seguridad previamente elaborados y probados.
Finalmente, para concluir y no
extenderme mas de lo que ya he escrito, dejo este cuadro comparativo de la
respuesta en dos escuelas, una sin alerta sísmica y otra con alerta, como parte
de un estudio que realizó Elia Arjonilla Cuenca[5] en 1998, y cuyos
resultados creo que siguen siendo válidos.
Conclusión:
Aunque difícil, en nosotros está darle a la alerta sísmica su justa dimensión y
aprovechar esa oportunidad de contar con segundos antes de que llegue un sismo. Yo lo veo como un seguro de vida para mí y
mis seres queridos, que aumenta las probabilidades de sobrevivir.
[1] CONACYT, National Science
Foundation. Investigación para Aprender de los Sismos de Septiembre de
1985. Enero de 1986
[2][2]
NY Times en español, https://www.nytimes.com/es/2018/02/19/alerta-sismica-manuel-de-la-llata-mexico/
[3] http://www.excelsior.com.mx/opinion/columnista-invitado-nacional/2017/09/27/1190961
[5]
Elia Arjonilla Cuenca. Evaluación de la Alerta Sísmica para la Ciudad de México
desde una Perspectiva Sociológica: Resultados en poblaciones escolares con y sin
Alerta. Conferencia Internacional Sistemas Modernos de Preparación y Respuesta
ante Riegos Sísmicos, Volcánicos y Tsunamis, Chile, Abril 1998
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