Desarrollando ciudades resilientes
Ing. Juan Antonio Serrano Sainz
Hola de nuevo amigos, hoy
quisiera comentar respecto a un libro que me tocó leer dentro de las tareas del
Diplomado en Gestión de riesgos que estoy cursando en línea con el apoyo de la
Escuela Nacional de Protección Civil campus Chiapas. El motivo de hacerlo va
implícito en su título, “Como desarrollar ciudades más resilientes, un Manual
para líderes de los gobiernos locales” auspiciado y financiado por la oficina
para la reducción de desastres de Naciones Unidas, en el año 2012, con la
participación de varios investigadores que se dieron a la tarea de recopilar y
analizar historias de éxito de varios municipios a nivel mundial, que han
logrado mejorar en su gestión de riesgos y se han convertido en ciudades más
resilientes.
En nuestro México,
parecen estar cerrados a tomar ejemplos de estas investigaciones, y cada vez
que desarrollan sus programas municipales, estatales o nacionales de protección
civil, ni siquiera alcanzan el distintivo de programas de gestión de riesgos,
se proponen a inventar el “hilo negro” y terminan construyendo castillos en el
aire, sin fundamentos mucho menos con recursos para su implementación.
Es decir, porque no
retoman y adaptan modelos que han funcionado exitósamente en otros países e
invierten de manera más inteligente en la protección civil preventiva, a la
cual todos dicen que vamos transitando, sin que se vea con claridad tal
situación, sobre todo cuando se presenta alguna emergencia que supera las
capacidades de nuestros gobiernos.
Dentro del manual
mencionado con antelación, se detallan algunas características que debe
consolidar una ciudad resiliente a los desastres, los reproduciré y haré
algunos comentarios con referencia a nuestra situación actual, haciendo
analogías en nuestra ciudad, estado y país.
“Es una ciudad en la que
los desastres son minimizados, porque la población reside en viviendas y
barrios que cuentan con servicios e infraestructura adecuados, que cumplen con
códigos de construcción razonables, y en la que no existen asentamientos
informales ubicados en cauces de ríos y sus riveras o pendientes escarpadas
debido a la falta de otro terreno disponible”
Nada más alejado de
nuestra realidad nacional, con ejemplos de grandes desastres por la ausencia de
esta visión de ciudades resilientes, y lo peor aún con programas de
ordenamiento territorial desvinculados a los pocos atlas de riesgo vigentes y
en la mayoría de los casos, elaborados desconociendo una verdadera gestión de
riesgo que conllevan a realizar, en su caso, obras de mitigación para reducir
la vulnerabilidad ante fenómenos perturbadores. Y habría que agregar el impacto
de actos de corrupción para el trámite de licencias de construcción sin respeto
a los reglamentos de construcción, y solo basta recordar los casos que salieron
a la luz ante los sismos de la Ciudad de México el pasado 19 de septiembre,
fenómeno que no es exclusivo de esa ciudad.
“Tiene un gobierno local
incluyente, competente y responsable que vela por una urbanización sostenible y
destina los recursos necesarios para desarrollar capacidades a fin de asegurar
la gestión y organización de la ciudad antes, durante y después de una amenaza
natural”
Rara vez se invierten
recursos para desarrollar capacidades, en nuestro Estado Sonora, la última vez
que se gestionaron recursos preventivos fue, si mal no recuerdo en 2010, para
la construcción de unos bordos de contención de avenidas en tres municipios
diferentes, el resto de la gestión ha sido para atender emergencias. En
Hermosillo en 2013, se gestionaron recursos para el atlas de riesgos,
resultando el producto reprobado por el CENAPRED por no apegarse a su
metodología y que además no está publicado como para usarlo de referencia en la
toma de decisiones para desarrollo urbano. Los programas de brigadas
comunitarias, la actualización de atlas de riesgo municipales, capacitación de
autoridades de protección civil con nula o mínima inversión, con esfuerzos
creativos por la falta de recursos en algunos casos, pero insuficientes para
lograr resultados importantes para llegar a considerarnos una ciudad
resiliente.
“Es una ciudad donde las
personas están empoderadas para participar, decidir y planificar su ciudad
conjuntamente con las autoridades locales; y valoran el conocimiento, las
capacidades y los recursos locales autóctonos.”
La participación
ciudadana tanto para la gestión de riesgos como para temas de normatividad en
materia de protección civil no ha sido tomada en cuenta tanto a nivel estatal ni
a nivel municipal. En el congreso del Estado se encuentra una iniciativa para
sustituir la actual Ley de Protección civil, que se está analizando en lo
oscurito, no se consideraron propuestas nacidas de la sociedad civil de un
trabajo conjunto entre CANACINTRA, El Colegio Mexicano de Profesionales de
Gestión de riesgos y Protección Civil, COPARMEX y otros reconocidos
profesionales de este tema. Ni siquiera se ha convocado, tal cual se establece
en nuestra legislación, a foros de consulta previos a su presentación al pleno.
Tiene la voz la comisión de Protección Civil para evitar esta irregularidad. La
iniciativa no privilegia la gestión de riesgos, mantiene un enfoque reactivo,
recaudatorio y en un intento de darle autonomía, se plantea la creación de un
instituto, que no estaría mal en este sentido, pero su fin es la de diluir, lo
cual no sería tan sencillo, la responsabilidad de las autoridades en caso de
una emergencia.
A nivel municipal, se
trabajó por la sociedad civil en coordinación con el titular de la Dirección de
Protección Civil en dos normas técnicas para dar sustento y transparencia a la
actuación de la unidad municipal en su obligación inspeccionar los proyectos de
construcción autorizados para corroborar el cumplimiento de la normatividad en
protección civil y otra para la inspección de instalaciones temporales. En
ambas se logró un documento de gran valor jurídico y fue autorizado en comisiones,
pero el capricho de algún funcionario público evitó que se subieran al pleno de
cabildo para su aprobación.
Hay mas características
que deberán considerar para llegar a ser ciudades resilientes, pero para
muestra basta un botón, o mejor dicho varios.
No hay que inventar nada,
solo basta documentarse, prepararse y estar dispuestos a cambiar, a trabajar en
consensos con la sociedad civil, a priorizar la inversión en prevención no en
obras de relumbrón, las primeras no dejan recursos para campañas, esa es la
diferencia.
Saludos, nos leemos en la
próxima.
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