Me gusta recordar al Profesor Melgarejo, ex Director de
Protección Civil en Puebla; su frase nunca pierde validez, por el contrario, se
actualiza a cada instante: “México avanza a impulsos catastróficos”, se refería
a que los mexicanos (aunque debo decir que es la condición humana), cada vez
que había un desastre, autoridades y sociedad se acordaban de que existía la
protección civil y a partir de ese momento venía un impulso para la actividad.
De hecho, es totalmente cierto, a mí me tocó ver como muchas
entidades federativas, después de un desastre, habrían de voltear hacia sus
protecciones civiles y a partir de ahí construir sistemas reguladores más
robustos.
Sin embargo, tengo la impresión de que la actual ola (me
imagino los sismos de septiembre de 2017 como una gran ola hawaiana en donde
todos los de protección civil vamos surfeando y esta nos va llevando a recorrer
rápidamente grandes trechos de mar; hay quien la aprovecha y hay quien se cae
por su impericia y no aprovecha la ola), tiene surfeadores oportunistas que
después del niño ahogado, quieren tapar el pozo.
En efecto, me llama la atención la gran cantidad de anuncios
comerciales en la radio y televisión, donde se dan recomendaciones sobre cómo
actuar ante un sismo, pero me pregunto ¿por qué no lo hicieron antes?
Por otra parte, en el futuro veremos a los neotopos, si una
nueva generación de rescatistas que nacerán de los escombros de la Ciudad de
México. Esto no es ningún problema si pensamos que este gran impulso ciudadano
debe ser encaminado positivamente, y eso es lo que debe de hacer la autoridad,
no cerrarles la puerta y anular todas su opciones de desarrollo.
Es verdad, en 1985 y lo ratificamos en 2017, la protección
civil la hace la sociedad civil; las autoridades aun y cuando estuvieron mejor
preparadas, no alcanzan a cubrir toda la magnitud de un desastre y eso que éste
-el de 2017- fue por lo menos del 10% del 85.
En este sentido realmente me parece risible como algunas
instancias oficiales festejan su participación en rescates en estructuras
colapsadas, cuando todos sabemos la desorganización que imperó.
Cómo ya se señaló, en el caso específico de la CDMX,
solamente en un punto hubo gran aplicación de equipos USAR, nacionales e internacionales;
en los demás, imperó el gran apoyo ciudadano, pero como un río impetuoso y
caudaloso desbordó, convirtiéndose este caudal de buena voluntad en un
verdadero problema, una Metaemergencia.
¿Qué festejamos? Qué de 38 colapsos en la CDMX en uno de
ellos actuamos en base a los lineamientos INSARAG. ¿Y los otros 37?
Recordemos un poco el socavón en el Paso Express. Tenemos
grandes equipos pero ¿y la coordinación?
¿Hacia dónde debe caminar el SINAPROC? Debe retomar el
camino original, regresar a la base, la protección civil debe regresar a la
sociedad
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