¡LO VEO Y NO LO CREO!… La Construcción social del riesgo. MCS, IQ. Saúl Ruiz Fernández. - Radio Epicentro Blog

13 mayo, 2018

¡LO VEO Y NO LO CREO!… La Construcción social del riesgo. MCS, IQ. Saúl Ruiz Fernández.


¡Lo Veo y No lo Creo!… 
La Construcción social del riesgo.
MCS, IQ. Saúl Ruiz Fernández.

La construcción social del riesgo la podemos conformar en dos etapas básicas: La percepción social 
del riesgo y el proceso social de incorporación del riesgo a la  agenda  ciudadana  y  posteriormente  también  su  inclusión  en  la  agenda política1.

Como hemos visto en mis anteriores publicaciones, el identificar un riesgo puede darse  a  partir  del  desarrollo  del  saber  científico,  la  ocurrencia  de  accidentes tecnológicos y el saber colectivo; no basta la propia naturaleza del riesgo para que este sea reconocido como tal, es decir, se debe pasar de su presencia real objetiva   a   su   presencia   real   subjetiva,  pudiendo   coincidir   o   no   ambas situaciones.

Aquí  cabe  resaltar  que  las  diversas  formas  de  producción  de  definiciones  de riesgo (derivadas del saber científico-técnico ó de la propia naturaleza del riesgo) nos dan, en primera instancia, los elementos para identificarlo, verlo ó percibirlo. Sin embargo, esto no es siempre  así, debido a las propias  características del riesgo (por ejemplo su invisibilidad); por lo que es necesaria la opinión de un experto para poder identificar objetivamente un riesgo. Aunque también dicha identificación puede ser subjetiva, pudiendo haber similitud o discrepancias en ambas percepciones, generando a su vez diferentes posturas sobre un mismo riesgo.

No obstante lo anterior,  como lo  sostiene Powell2, para  el  dominio  público lo importante es la percepción que la sociedad tenga sobre el riesgo.


Posteriormente al reconocimiento social del riesgo viene la etapa de inclusión en la agenda ciudadana, en esta fase básicamente la gente decide cual va a ser su reacción  ante  el  riesgo  (temor,  rechazo  ó  minimización),  para  de  esta  forma, determinar  su  inclusión  ó  no  en  la  canasta  de  bienestar  que  desea  para  su sociedad. Asunto que para Lezama, depende de la información oficial (gobierno y academia) que se tenga al respecto, misma que está influenciada por diversos intereses.

Una vez que la sociedad ha decido tomar acciones respecto al riesgo, se pasa a la  etapa  de  inclusión  en  la  agenda  política,  en  la  cual  se  busca  que  las autoridades  realicen  las  acciones  pertinentes  para  que  el  riesgo  sea  tratado conforme lo que la sociedad ha decidido. Asimismo para la consecución de tales fines, es necesaria la movilización de recursos políticos e ideológicos, con los que disponga la sociedad.

De esta manera, el proceso de valoración social que permite la incorporación del riesgo, así como del daño y la calidad del medio ambiente como parte de las condiciones de bienestar que una sociedad elige para sí misma, se denomina la construcción social del riesgo.3

A continuación veamos el siguiente ejemplo:

Consideremos la radiación cósmica que logra llegar a la atmósfera terrestre, la cual incide en la generación de cáncer de piel sobre los humanos. Esta radiación diariamente nos llega, pero no la vemos e incluso ni la sentimos, por ende no se actúa para evitar  dicha situación de riesgo; sin embargo, puede estar catalizando la alteración genética de las células epiteliales, lo que a la postre pudiera desencadenar un cáncer de piel.

El  problema  ambiental  y  de  salud  arriba  ejemplificado,  sí  bien  está identificado y justificado científicamente, no lo está desde el punto de vista social, es decir, salvo una minoría de personas altamente informadas, la mayoría de la gente no lo percibe como un riesgo sobre el cual actuar; por ende, no es una preocupación que deba incluirse en la agenda ciudadana (mucho menos en la agenda política), razón por la cual la sociedad no ha tomado  acciones  al  respecto;  es  decir,  NO  se  ha  dado  una  construcción social del riesgo.

Otra forma de percibir socialmente los riesgos objetivos proviene de la ocurrencia de eventos catastróficos; por ejemplo los accidentes de Chernovill, Guadalajara, Prestige, la contaminación  del aire en Londres y México, etc… son una muestra trágica de eventos ó procesos que permitieron la subjetivación del riesgo, dando paso a la construcción social del mismo.

Aunado  a  lo  anterior,  existe  un  “elemento  aderezador”,  muy  interesante  y relevante a considerar, y es el aspecto psicológico, mediante el cual las personas seleccionamos el riesgo. A  este respecto, Mary Douglas4 señala que las personas tendemos a menospreciar los riesgos de alta y baja probabilidad, esto con el fin de tratar de obtener una percepción de vida segura:

De  esta  manera,  un  electricista  minimiza  la  posibilidad  de  recibir  una descarga  eléctrica  al  trabajar  sin  guantes  dieléctricos,  argumentando  su experiencia y cotidianidad, que le hacen creer tener un control del riesgo, esto  es,  una  inmunidad  subjetiva.  En  el  otro  extremo,  respecto  de  la subestimación  de  riesgos  de  baja  frecuencia,  Douglas,  indica  que  las personas lo hacen a fin de darse una tranquilidad relativa, ya que el no preocuparse de dichos eventos permite vivir más cómodamente y enfocar la atención en otros aspectos.

En suma, tenemos que para actuar sobre un riesgo (real o irreal), la veracidad de las percepciones o del conocimiento, ni las leyes de la naturaleza, NO son suficientes.  Se  requieren  además,  movilizaciones  simbólicas  y  políticas,  tales como la creación de conductas individuales,  sociales y de políticas públicas de una comunidad o sociedad, esto es, la Construcción Social del Riesgo.

MCS, IQ. Saúl Ruiz Fernández.
:) 
1 José Luis Lezama, “La construcción Social de la Idea del Riesgo y el Daño Ambiental”, 156.
2 Powell 1996 en INE-SEMARNAT, “Introducción al análisis de riesgo”. Instituto Nacional de Ecología, México, 1ª edición, 2003.
3 José Luis Lezama, “La construcción Social de la Idea del Riesgo y el Daño Ambiental”, 156.
4 Mary Douglas, “La Aceptabilidad del Riesgo según las Ciencias Sociales”, 57-59.


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