La influenza de 1918, conocida erróneamente como “gripe española”,
estuvo relacionada con la muerte de entre 20 y 50 millones de personas a nivel
mundial. Ingresó a México a principios de octubre. Para el día 24 de ese mes la
cifra de contagiados alcanzó los 60 000 y el número de fallecidos diarios oscilaba
entre 1 500 y 2 000 personas (Márquez Morfín y Molina del Villar, 2010). Para
diciembre se contabilizaron 14 825 defunciones sólo en Ciudad de México y se
habla de medio millón en todo el territorio mexicano (Ramírez Rancaño, 2020).
Fuente. Diario de la Historia, 2019.
Actualmente, esta pandemia es ampliamente conocida. Causada por un
virus A (H1N1), fue también llamada “muerte púrpura” o “peste roja”. De esa
manera se le denominó, particularmente, en la prensa mexicana de la época. Este
subtipo de influenza A (H1N1) se introduce rápidamente al pulmón y ataca su
tejido, causando hemorragia en el área y la muerte dentro de las siguientes 48
horas; por lo cual, los enfermos sangran por la nariz o al escupir (Molina del
Villar, 2010).
Quizás pueda referirse a esta pandemia como el antecedente más
inmediato de la enfermedad COVID-19, si se toma en cuenta la escala planetaria
de propagación e impactos negativos del virus. El contagio se produjo a través
de tres oleadas. Entre marzo y abril, llegó a Europa, Asia y el norte de
África; en julio alcanzó a la población de Australia; y fue la tercera oleada,
en octubre, cuando tocó territorio mexicano y el resto de América Latina
(Altez, 2020a). La expansión y profundización del virus fueron estimuladas por
problemas de salubridad, tanto en sociedades industrializadas como en el resto
del mundo (Altez, 2020b).
En Morelos, la pandemia llegó en la etapa final de la Revolución Mexicana y actuó en contra de las tropas zapatistas, en una región que ha sido reconocida como el centro neurálgico de la lucha armada. Causó la muerte de muchos, uniéndose al hambre y al “exterminio” causado por la guerra (Ávila Romero, 2020).[1] Se carecen de datos acerca del número de contagios y defunciones en esta entidad, aunque mermó al ejército revolucionario de tal manera que los federales lograron apoderarse de Morelos con un contingente de más de 11 000 soldados. Un territorio que hasta ese momento había permanecido bajo el control de los zapatistas (Ramírez Rancaño, 2020).
A propósito de lo que ocurría en gran parte del país, la prensa dijo con cierta jactancia que la influenza ejercía una insólita labor pacificadora en Morelos. Que llegó con tanto empuje que, además de terminar con varias partidas de rebeldes, estableció en algunos pueblos “la paz de los sepulcros”, cuestión que encerraba cierta dosis de verdad. Por todas partes había desolación y las fuerzas gubernamentales pasaban días enteros sepultando a los muertos que encontraban abandonados en el campo, en las casas y rancherías. Pero el clímax ocurrió a finales de noviembre, cuando se difundió que Emiliano Zapata estaba enfermo de influenza en Villa de Ayala. Incluso se afirmó que, tan pronto como sus colaboradores se dieron cuenta de que estaba enfermo, secuestraron a dos médicos en Cuautla para que lo atendieran. Por supuesto, les habían advertido que si Zapata moría ellos correrían la misma suerte. La noticia, por supuesto, resultó falsa (Ramírez Rancaño, 2020: s/a).
La influenza se dispersó de Ciudad de México hacia el sur, sumándose a fatigas prolongadas, mala alimentación y pésimas condiciones sanitarias. Algunos investigadores sostienen que Morelos perdió una cuarta parte de la población en 1918 y las personas que no murieron estuvieron enfermas durante semanas. Los campesinos más pobres y muchos jefes del ejército zapatista tenían sus campamentos en las serranías, por lo que el frío invernal contribuyó al quebranto de la salud de miles de hombres. El territorio morelense se transformó así en el espacio adecuado para la propagación de influenza, donde aldeas enteras quedaron prácticamente abandonadas. Quienes no murieron, huyeron hacia otros climas (Womack, 1969; Ávila Romero, 2020).
En los pueblos y ciudades los cadáveres se acumulaban más rápidamente de lo que se los podía enterrar... En el campo, en chozas hechas a la carrera, hombres, mujeres y niños se estremecían de fiebre durante días, sin medicina o alimentos, hasta que morían unos tras otros. Supervivientes avisados abandonaron a sus muertos y huyeron hacia Guerrero, a climas mejores del sur de río Balsas. Patrullas federales descubrieron pueblos enteros abandonados literalmente a “la paz de los sepulcros” (Womack, 1969: 306).
El cansancio de las tropas y el debilitamiento de los morelenses
incrementaron las consecuencias negativas de la enfermedad. Además, intensificó
las emigraciones en un contexto donde muchas personas ya habían abandonado sus
casas, cultivos y formas de vida, huyendo del conflicto armado. Un escenario
que favoreció el avance de los federales, obligando a Emiliano Zapata y a sus aliados a
refugiarse en las montañas. Con la ocupación vino el despojo de tierras y “La
lógica del capitalismo agrario se impuso a la comuna del sur, el proyecto más
revolucionario que se ha construido en México. Lo que hizo posible la derrota
fue ese ser minúsculo diminuto: el virus (Ávila Romero, 2020).
[1]
Oficialmente, la revolución finalizó en el año 1917 con la promulgación de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; sin embargo,
tensiones políticas, revueltas militares y escenarios de violencia esporádica
se extendieron hasta 1920, cuando Adolfo de la Huerta llega al poder. Incluso, para algunos
historiadores culminó en 1924 con el mandato de Plutarco Elías Calles.
Referencias.
Altez, Rogelio (2020a) “Antropología política de un desastre
global”, en Prodavinci. Disponible en: https://prodavinci.com/antropologia-politica-de-un-desastre-global/
Altez, Rogelio (2020b) “Cuando el fantasma toca la puerta: la
influenza de 1918-1919 en Venezuela”, en Prodavinci. Disponible en: https://prodavinci.com/cuando-el-fantasma-toca-la-puerta-la-influenza-de-1918-1919-en-venezuela/
Ávila
Romero, Agustín (2020) “La gripe española y la derrota de Emiliano Zapata”, en América
Latina en Movimiento, 4 de mayo de 2020. Disponible en: https://www.alainet.org/es/articulo/206345
Márquez Morfín Lourdes y Molina del Villar, América (2010) “El
otoño de 1918: las repercusiones de la pandemia de gripe en la ciudad de
México”, en Desacatos, núm. 32, pp. 121-144.
Molina del Villar, América (2010) “Presentación. Influenza A
(H1N1): estudio de la contingencia sanitaria y el brote de una pandemia desde
las perspectivas epidemiológica, social e histórica”, en Desacatos, núm.
32, pp. 9-14.
Ramírez Rancaño, Mario (2020) “La epidemia de influenza española
en México: 1918”, en Resonancias, blog del Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM, Ciudad de México. Disponible en: https://www.iis.unam.mx/blog/la-epidemia-de-influenza-espanola-en-mexico-1918/
Womack, John (1969) Zapata y la Revolución Mexicana”. Siglo
Veintiuno editores, Ciudad de México.
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