Una idea es solo una representación
mental de algo, sea real o imaginario, incluso abstracto, a la que se llega
tras haber observado diversos acontecimientos que se van asociando en mapas
mentales. Las ideas son intangibles, no se pueden ver ni tocar, el público que escucha
solo las puede visualizar en su mente y no siempre lo hace correctamente.
Ese, es el gran reto de la
comunicación, transmitir la idea de forma clara, sencilla y rápida para que, quienes
la escuchan la puedan decodificar y convertir en acciones. La mayoría de las
personas consideran que la comunicación es algo obvio, solo por el hecho que un
gran porcentaje de la población nace en condiciones naturales de hablar y
escuchar.
No ocupare el espacio para hablar del
proceso de la comunicación que por sí misma es una ciencia, me enfocaré a
mencionar algunos aspectos relevantes de la comunicación social del riesgo que
tan de moda se encuentra a consecuencia del COVID-19.
Existe una gran cantidad de
bibliografía en ésta materia, pero prácticamente todas estructuralmente
coinciden. En la comunicación social del riesgo del COVID-19 se aprecian
algunos aspectos valiosos como el haber dispuesto por la Federación a un Vocero
Oficial especialista en el tema, es referente con las credenciales académicas
para entender y transmitir el mensaje del sector salud, a veces hasta el
propio.
Sin embargo, el mensaje que pudiera
considerarse bueno, se ve afectado por otros elementos como el canal, el código
y su contexto, lo que reduce su eficacia en la población. Tampoco podemos ser
ingenuos y no considerar que interactúan otros intereses ajenos al bien común
que tratan de minimizar el efecto del mensaje, o las ya inevitables redes
sociales que manejan de forma dolosa información falsa para criticar
sistemáticamente los actos de gobierno y generar percepción de inactividad.
Pero estos aspectos son pan de cada día y deberían de considerarse en el “War
Room” del Consejo o Comité de Emergencia para tener un mensaje con saldo
positivo.
Por otro lado, tenemos los mensajes
cruzados u opuestos, aquellos donde el hacer contradice el decir y
personalmente son éstos los que más daño ocasionan a la comunicación social del
riesgo, ya que comunicar
el riesgo “implica no sólo el hecho de informar, sino también formar o educar
y, dadas sus características como proceso dinámico, requiere de una estrecha
relación entre todos los actores que son parte para lograr una estrategia
efectiva de comunicación para la reducción de los riesgos a todo nivel” (Ulloa,
2011); y por falta de credibilidad, no se puede formar ni educar cuando las
acciones contradicen a las palabras.
Al COVID-19 debemos de darle la debida
importancia, es seguro que dejará secuelas en la salud pública y en la economía
local, es tiempo de crisis y es
importante la suma de todos, el bien mayor son nuestras familias. Atendamos
solo la información que briden las fuentes oficiales y antes de hacer caso a
las redes sociales, investiga su veracidad.
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