ESCALAR
EL POPOCATÉPETL: NEGLIGENCIA E IRRESPONSABILIDAD
Hace un par de días circuló
por redes sociales un video en el cual un grupo de personas subió al labio
exterior del cráter del Volcán Popocatépetl, transgrediendo la recomendación
oficial del Centro Nacional de Prevención de Desastres de no acercarse a menos
de 12 kilómetros al mismo.
No es la primera vez que
sucede, cierto. En ocasiones anteriores ha pasado y no han salido bien
librados. Basta con recordar que el 30 de
abril de 1996, 5 alpinistas subieron, sin permiso, a este mismo lugar y con una
explosión del Popo, perdieron la vida. Más de 30 personas arriesgaron su vida
en rescatar los cuerpos completamente impactado por los balísticos del volcán.(Valdés,
Carlos. 2019). Y existen otros ejemplos que nos podrían dar cuenta de lo peligroso
que es realizar este tipo de actividades, como el Instructor de Alpinismo que
murió junto con otras cuatro personas en mayo de 1996, también a 700m del
cráter… con toda la experiencia en ascensos, lo que nos indica la peligrosidad
que implica, aun con mucha experiencia. (Cuenca, Guillermo. 2019)
Más allá de cometer una
imprudencia negligente al exponer sus vidas, es a todas luces un acto de irresponsabilidad,
más aun tratándose de un grupo que, según su portal, se dedica a realizar
operaciones de respuesta a desastres y salvamento.
La profesionalización debe
demostrarse con disciplina, con el estricto cumplimiento de la normatividad y
de los protocolos de seguridad, y no arriesgando los recursos humanos y
materiales en un intento de ganar una fama insulsa.
La polémica que desataron
fue totalmente ambivalente; hay quienes alabaron su proeza y quienes condenaron
enérgicamente tan tristemente célebre actividad. Sin embargo, es necesario
puntualizar que cuando eres profesional te apegas a la normas, cumples con la
disciplina que esa profesionalización te exige, no denostas, no retas ni te
vanaglorias con comentarios que demuestran más la carencia de orden al interior
del grupo que representas.
La actividad del
Popocatépetl es relativamente tranquila, con el riesgo latente de expulsión de
material incandescente, de gases y vapor de agua, así como ceniza, pero no por
ello es despreciable el peligro al que se sometieron aquellos que subieron. La
actividad y la experiencia indican que en cualquier momento puede expulsar
material, que en cualquier momento puede surgir una explosión que hubiese
acabado con la vida de los “valientes escaladores”, si no es por el impacto de
un fragmento ígneo, podría ser por la asfixia o quizá por la onda expansiva de
esa eventual explosión. En sus redes manifiestan que subió mucho más gente de
la que se muestra en el video, y la pregunta es entonces si contaban con todo
el equipo de seguridad y salvamento necesario para un posible rescate.
No atino a comprender el
motivo que los llevó a subir, ni qué querían o quieren demostrar. Ni siquiera
podría determinar que es un acto valeroso. Pero considero necesario insistir en
que en este tema de respuesta a desastres, el heroísmo está lejos de la
irresponsabilidad, que la notoriedad no debe darse haciendo caso omiso a las
recomendaciones de seguridad, cuando precisamente te dedicas a proporcionarla. El
privilegio de servir a los demás en temas de protección, seguridad o rescate,
no admite actos dudosamente valerosos, pues le resta certeza y seriedad al
grupo al que pertenecemos. Y luego, si sucediese algo lamentable, la reacción
normal es culpar a la autoridad de las consecuencias de nuestra propia conducta.
Así las cosas.
Mtro. César Orlando Flores
Sánchez.
Esa es la parte que tenemos que cambiar si en realidad anhelamos un cambio en nuestra sociedad,
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