1.- Introducción.
La única manera de prevenir la ocurrencia de desastres causados por peligros naturales es por medio de su caracterización y estudio que permitan tomar medidas preventivas (Núñez Cornú, 2011) o en su caso de mitigación frente a posibles escenarios futuros.
La sismicidad en las zonas de subducción es una de las principales fuentes de amenaza sísmica en el mundo. Estas regiones generan los sismos de mayor magnitud y por ello, generalmente los más destructivos al afectar centros urbanos. El ancho de la zona sismogénica controla el tamaño de los sismos mayores y tiene implicaciones importantes para la definición del potencial sísmico, la estimación del movimiento del suelo esperado y la generación de tsunamis (Martínez y Mendoza, 2016).
2.- Tectónica y Sismicidad Histórica de Jalisco-Colima.
La región de Jalisco y Colima es una de las zonas sísmicas más activas en México y buena parte de esta sismicidad se origina en la zona de subducción, que abarca desde Puerto Vallarta, Jal., hasta la frontera con Guatemala e incluye la región de Michoacán-Colima-Jalisco, en donde las placas oceánicas Cocos y Rivera penetran a una velocidad promedio de 5 cm/año, por debajo de la placa continental de Norteamericana, en un tipo de interacción denominado subducción, formando una depresión oceánica muy notoria a lo largo de la costa del Pacífico Mexicano conocida como Trinchera o Fosa Mesoamericana (Ramírez y Aguirre, 2008).
En los últimos 100 años, las costas de ambos estados han sido afectadas por varios terremotos destructivos de gran magnitud y que algunos de ellos han generado grandes tsunamis en el pasado, ya que en la zona de subducción de las costas mexicanas se han presentado 70 tsunamis entre 1732-1993 (Sánchez y Farreras, 1993).
De acuerdo al Catálogo de Temblores, se considera que el sismo de mayor magnitud registrado en México durante el siglo XX. fue de M=8.2 y ocurrió el 3 de junio de 1932, seguido por otro por otro terremoto de M= 7.8, el día 18 del mismo mes (Eissler y McNally, 1984) con epicentros en el estado de Jalisco. (CENAPRED, 2001, 2014a).
Singh et al. (1985) estimaron una longitud de ruptura de 220 km para el evento del 3 de junio y una longitud de 60 km para el evento del 18 de junio basado en la distribución epicentral de las réplicas. Los resultados de Singh et al. (1985) sugieren rupturas independientes que corresponderían a deslizamientos adyacentes en la zona de contacto entre las placas de Rivera y de Norteamérica. Aunque el SSN (2020) menciona que si bien las áreas de ruptura de ambos sismos están contiguas, no se traslapan, lo cual significa que el segundo no es réplica del primero (Fig. 1).
Estos dos eventos produjeron tsunamis que afectaron principalmente las costas de Colima, sin embargo, como consecuencia de un sismo con magnitud significativamente menor que los dos anteriores (M= 6.9), ocurrido el día 22 en esa misma área, se produjo uno de los tsunamis más destructivos en la historia de nuestro país, con olas de hasta 10 m de altura y que llegaron hasta 1 km tierra adentro en Cuyutlán, Colima. Esta es la referencia de máxima penetración de un tsunami en México, conocido como la Ola Verde (CENAPRED, 2014 a,). Por su parte el Servicio Sismológico Nacional (SSN, 2020) ha ubicado a éstos sismos en la interfase entre las placas de Rivera y Norteamérica.
Cabe señalar que pasaron 85 años después del gran terremoto del 3 de junio de 1932, para que el 7 de septiembre de 2017, ocurriera otro evento de magnitud similar (8.2), con epicentro en el Golfo de Tehuantepec y donde 15 minutos después del sismo, se registraron olas de hasta 3 metros de altura frente a las costas de Chiapas. Ambos eventos son los de mayor magnitud de los siglos XX y XXI, hasta la actualidad (CENAPRED, 2014 b; Silva, 2019, SSN, 2020).
Además de los terremotos de 1932, otros igual de importantes han ocurrido a lo largo de la costa de Colima-Jalisco, tal como sucedió, 63 años después, el 9 de octubre de 1995, cuando un terremoto de M= 8.0, ocasionó graves daños en Manzanillo, Col., más de 50 muertes y fue seguido por un tsunami de 5 metros de altura; tuvo un área de ruptura de 150 km cerca de los límites de los estados de Jalisco y Colima, siendo solo la mitad sur del área propuesta para los terremotos de 1932, lo cual sugiere que la costa norte de Jalisco, incluyendo Bahía de Banderas, es una zona de alto potencial sísmico, también conocida como el Gap ó Brecha Sísmica, de acuerdo con lo que señalan los estudios e investigaciones de Núñez Cornú (2011), Bartolomé et al. (2016) y Pacheco et. al (1997) .
Fig. 1 En color amarillo, se presentan las áreas de ruptura de los terremotos 1932 (M 8.2 y 7.8), las de 1973 (M 7.6), en 1995 (M 8.0) y de 2003 (M 7.4). Los eventos de 1932, se presentan con una línea continua, mientras que los sismos de 1973, 1995 y 2003 se señalan con una línea discontinua. La Brecha de Vallarta (Gap) indica la futura área de ruptura prevista frente a la costa del Bloque de Jalisco (Tomado de Bartolomé et. al., 2016).
3- Daños y efectos causados los sismos de 1932
A continuación se presentan las descripciones de los daños y efectos de los tres eventos sísmicos y en especial de sus tsunamis, que han sido descritos en el Catálogo de tsunamis por Sánchez y Farreras (1993), que se basan principalmente en los textos de las crónicas periodísticos de la época.
Evento 1. Terremoto y tsunami del 3 de junio de 1932
El día 3 de junio de 1932 ocurrió un sismo con magnitud 8.2, con epicentro localizado cerca de las costas de Colima y Jalisco y a una profundidad de 33 kilómetros (19.5 °N, 104.25 °W) (Singh et al.,1985, SSN, 2020).
El sismo provocó la muerte de más de 400 personas solamente en la zona epicentral. En Colima 20 residentes murieron y 70 resultaron heridos. También se reportaron víctimas en Ayutla, Manzanillo, Zamora, Acatlán y Zihuatanejo. (Sánchez y Farreras, 1993; CENAPRED, 2014a).
Los estados de Jalisco y Colima fueron devastados por el sismo, la capital de Colima semidestruida y con más de 200 casas que sufrieron algún daño. En la Ciudad de México, el sismo se sintió por más de 2 minutos, pero no causó daños considerables. La zona de movimientos fuertes se extendió hasta Guadalajara y la Barca en el noreste, Mascota al noreste y Uruapan al sureste. En toda esta zona los residentes huyeron a la calle llenos de pánico, muchos edificios se cuartearon, aunque sólo algunos de ellos se derrumbaron. Los cables de luz se cayeron, se rompieron tuberías de agua, las campanas de la iglesia tocaron solas y se detuvieron los relojes de pared. En Cuyutlan y Barra de Navidad, las casas de madera resistieron el sismo, sin embargo el movimiento de tierra fue tan fuerte a tal grado que era difícil mantenerse en pie.
Se registró un tsunami generado por el sismo que fue observado en Manzanillo, con alturas máximas de 2 metros, además de Cuyutlán, Barra de Navidad y el puerto de San Blas, Nayarit, que fue inundado parcialmente.
En Cuyutlán la costa aparentemente se elevó y el mar invadió el balneario, arrasando varias casas. El Hotel Cevallos ubicado en la parte más alta de Cuyutlán fue inundado por el tsunami. Residentes de Navidad relataron que las olas sobrepasaban la playa arenosa. En Manzanillo, el mar retrocedió y avanzó horizontalmente más allá de su posición normal.
La alteración de la mar provocó enorme desconcierto en la población, pues la bajamar fue tan exagerada que al retirarse las aguas el Guardacostas “Acapulco” de la Armada de México estuvo en peligro de encallar y volcarse. Un pailebot de gran tonelaje fue arrojado por el mar sobre la playa. En la bahía de San Pedrito el nivel del mar subió más de 3 metros. El tsunami destruyó una sección de las vías de ferrocarril, entre Cuyutlán y Manzanillo.
El tsunami se propagó en el Océano Pacifico y fue registrado en las costas de Hawaii, California y las islas Samoa. En Hilo, Hawaii, se reportaron formidables marejadas a consecuencia del sismo. En este lugar, las alturas fueron de 0.40 m, mientras que en Honolulu fueron de 0.08 m con períodos de 18 min. (Sánchez y Farreras, 1993)
En los periódicos El Informador y El Universal, respectivamente del dia sábado 4 de junio de 1932, se describieron los detalles de la crónica de los acontecimientos de la catástrofe, tal como se puede observar en las Figuras 2 y 3.
Figura 2. Recorte del diario El Informador del sábado 4 de junio de 1932, con el relato de la devastación en varias poblaciones de Jalisco.
(Crédito: Hemeroteca de El Informador)
Fig. 3. Recorte del diario El Universal del sábado 4 de junio de 1932, con el relato del sismo y sus afectaciones en varias ciudades de Jalisco y Colima.
(Crédito: Hemeroteca de El Universal)
Evento 2. Terremoto y tsunami del 18 de junio de 1932
Este segundo evento de magnitud M= 7.8 y epicentro localizado en 19.5 °N y 103.5°W y con igual profundidad (33 kilómetros), afectó la misma área que el sismo del 3 de Junio y causó graves daños adicionales, se sintió muy fuerte en todo el estado, especialmente en los lugares del interior de Colima, donde se calcula que una Intensidad de VII (Fig. 4).
En la localidad costera de Tecomán registró una intensidad de VIII. Muy fuerte con importantes daños en poblaciones próximas a los límites con Michoacán. En Guadalajara, la Catedral y la Universidad resultaron severamente dañadas (CENAPRED. 2013).
De acuerdo con Sánchez y Farreras, 1993, en Manzanillo se observaron olas pequeñas del tsunami. Después de ocurrido el sismo, el nivel del mar bajó y posteriormente subió cerca de un metro. Las aguas del mar inundaron parte del puerto. Una porción de la costa rocosa perdió su antigua configuración, desapareciendo algunos bajos que estaban señalados en las cartas náuticas. El tsunami fue registrado en Hilo, Hawaii, con altura de 0.10 m.
Figura 4. Recorte del diario El Informador del domingo 19 de junio de 1932, con descripción de los daños ocasionados en Colima por las réplicas del sismo del dia anterior.
(Crédito: Hemeroteca de El Informador)
Evento 3. Terremoto y tsunami del 22 de junio de 1932
“Cuyutlán después de la horrible catástrofe”, así tituló El Universal, su edición del domingo 24 de junio, una nota en la que destacaban seis fotografías de los daños que dejó el tsunami en ese poblado costero de Colima, el cual es considerado hasta la fecha el que mayores daños ha dejado en la historia de nuestro país (Fig. 5).
Fig. 5. Recorte del Diario El Universal con fotografías y la descripción de la devastación ocasionada por el tsunami del 22 de junio de 1932
(Crédito: Hemeroteca del Universal)
La historia comienza a las 07:00 horas del 22 de junio de 1932, un terremoto de M = 6.9 con epicentro localizado cerca de Colima (19.0 ºN, 104.5 °W). Cinco minutos después, un tsunami devastador llegó a la costa y destruyó el balneario turístico de Cuyutlán, Colima, falleciendo al menos 75 personas y más de 100 personas heridas y cerca de 1.500 afectados. (Farreras y Sánchez, 1993, CENAPRED 2001, 2013).
En esa localidad costera se registraron olas entre los 9-10 metros de altura y posteriormente fue invadido por otras dos olas de tsunami de menor intensidad: una ola durante la noche del 22 de junio y la otra poco después de las 9 de la mañana el día 23 de junio.
En esta ocasión el agua sólo llegó a la glorieta principal del balneario, ubicada aproximadamente a 500 m de la costa. Los daños materiales se calcularon entre 2 y 6 millones de pesos. Los hoteles y residencias construidas a orillas de la playa fueron destruidos totalmente (Fig. 6).
Fig. 6. En la fotografía se muestran los efectos del tsunami de la localidad costera de Cuyutlán, Colima.
(Crédito: A quien corresponda)
Farreras y Sánchez (1993), describen que la calle principal quedó totalmente desempedrada y algunas personas fueron sepultadas en la arena. La población comió para ponerse a salvo, sin embargo, algunas personas fueron alcanzadas por las olas, desapareciendo entre las mismas. El torbellino del mar avanzó sobre las casas, invadiendo la avenida principal, por lo cual no quedó una sola casa en pie en un tramo de la costa de 20 km de longitud y la extensión de la inundación horizontal tierra adentro fue de 1 kilómetro, llegando el agua hasta las vías del ferrocarril, donde un tramo de la vía entre Cuyutlán y Manzanillo quedó obstruido por arena, árboles y arbustos arrastrados por el tsunami. (Fig. 7)
Fig. 7. Modelo de distribución de altura de inundación del tsunami del 22 de junio de 1932; (a) Hotel Madrid; (b) Calle principal (El Informador, 1932); (c) Tren estación (Créditos: Corona y Ramírez-Herrera, 2012 b)
El fenómeno cubrió una extensión de 25 kilómetros desde Ventanas (Manzanillo) hash Salinas de Guasango (Tecomán), Tecualillo y El Real. El tsunami se registró en Hilo, Hawaii con una amplitud de amplitud de 0.10 m (Farreras y Sánchez,1993).
El mecanismo de generación del tsunami del 22 de junio se ha explicado recientemente, después de las incógnitas que surgieron por el hecho de que a pesar de que el sismo del 22 de junio presentó valores pequeños de magnitud y momento sísmico, ocasionó alturas máximas de ola de 10 metros. Lo cual, se resolvió durante un estudio sismológico detallado del gran terremoto del 3 de junio de 1932 y los del 18 y 22 de junio, respectivamente. Se encontró que este último generó un tsunami más devastador que el evento principal a pesar de registrar una menor magnitud sísmica; a este sismo se le calificó con un "terremoto tsunami” (Okal y Borrero, 2011, SSN, 2020).
En años recientes, Corona y Ramírez-Herrera (2012 a,b,c) realizaron una amplia investigación utilizando técnicas modernas de análisis multidisciplinarios, para interpretar los datos históricos-etnográficos y desarrollar, la reconstrucción y caracterización de los tsunamis de los eventos del 3 y 22 de junio de 1932, que junto con la evidencia geológica permitieron determinar la intensidad del tsunami de Cuyutlán y revelar la fuente tsunamigénica, se localizó probablemente frente a la desembocadura del río Armería; al plantear dos posibles mecanismos de generación y se determinó que para el segundo tsunami, se ajusta a un patrón de comportamiento característico de los eventos generados por deslizamientos submarinos. Los resultados de este este proyecto han sido relevantes para los estudios de paleotsunamis y la planificación de riesgos relacionados con estos fenómenos geológicos) (Fig. 8)
Fig. 8. Ubicación probable de la fuente del tsunami del 22 de junio de 1932 y dirección del rumbo; (a) principales epicentros del terremoto de junio de 1932; el polígono gris oscuro señala el cañón submarino frente a la desembocadura del río Armería, donde se ubicó la probable fuente del tsunami; las flechas negras muestran la posible dirección de la trayectoria SE-NO del tsunami (b) la principal zona afectada en Cuyutlán; (c y d) imágenes de algunos árboles y edificios demolidos y arrastrados por el tsunami (flechas blancas) (Créditos: Corona y Ramírez-Herrera, 2012 b).
Y para considerar
Han transcurrido 88 años de los tres sismos de Colima-Jalisco de 1932, donde el primer evento fue de gran magnitud 8.2, así como la generación de un tsunami (10 m), posterior al tercer evento (M=6.9) y que gracias a nuevas investigaciones en sismología, indican como fuente probable, un deslizamiento submarino frente a la desembocadura del río Armería.
Con apenas ocho días trascurridos del terremoto de Oaxaca (M=7.4) y que ocasionó un tsunami con altura menor a un 1.0 m, manifiestan la importancia de contar con instrumentos financieros a nivel nacional que permitan, de manera efectiva y eficiente, realizar estudios especializados para la evaluación y reducción del riesgo sísmico y tsunamigénico, lo cual no es un gasto, es una inversión y por qué la ciencia es para avanzar y repercutir en la sociedad de manera inmediata, tanto en su mayor preparación en caso de ocurrir un terremoto de gran magnitud, así como en la concientización por parte de la olvidada población de las zonas costeras sobre los daños que pueden causar los tsunamis. Todo con la finalidad de lograr comunidades más resilientes y la necesidad de enfrentar a los peligros geológicos mediante el conocimiento y la adecuada interpretación de las etapas de la Gestión Integral del Riesgo.
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